El pavo y la ardilla
Hace unos días, le escuche a Marcos Uriarte el ejemplo (parábola dirían algunos) del pavo y la ardilla.
Cuando una organización decide acometer un proceso de selección es porque requiere cubrir una necesidad, un ámbito de competencias o habilidades que no tiene suficientemente sólida. El proceso debe iniciarse por la descripción de las competencias a cubrir, definición del resto de características del puesto (horario, retribución, etc) y dirigirse a las fuentes de reclutamiento, comenzando, desde luego, por las propias personas de la plantilla para considerar como primera opción la promoción interna.
Cuando una organización decide acometer un proceso de selección es porque requiere cubrir una necesidad, un ámbito de competencias o habilidades que no tiene suficientemente sólida. El proceso debe iniciarse por la descripción de las competencias a cubrir, definición del resto de características del puesto (horario, retribución, etc) y dirigirse a las fuentes de reclutamiento, comenzando, desde luego, por las propias personas de la plantilla para considerar como primera opción la promoción interna.
Se buscan los candidatos y se selecciona el que, a criterio de los especialistas de selección y línea de mando reúne las condiciones óptimas.
Bien, ya tenemos a la persona en el puesto. En no pocas ocasiones lo que ocurre es que, se contrata a un pavo para un puesto que lo que requiere es moverse de manera muy ágil por las ramas de los árboles. Como el pavo, en principio no tiene esas competencias, a base de mucho esfuerzo por parte de la organización, errores, caídas, numerosos cursos de formación y tiempo, mucho tiempo, el pavo, acaba aprendiendo a subirse a los árboles y manejarse por ellos. Al final de todo el proceso, alguien en algún pasillo, normalmente delante de la máquina de café, le pregunta a un compañero por qué no se contrató a una ardilla para el puesto.
Y no es que el pavo no dispusiese de aptitudes, que no se haya volcado e implicado, ni siquiera se cuestiona su actitud, pero no era lo que la empresa necesitaba. Fruto de la decisión no han sido pocas las discusiones y costes que la empresa se generó gratuitamente. Y el final, para muchas de estas personas es la salida de la organización y no pocas frustraciones personales y profesionales. La empresa acaba despidiendo por su talante a aquel que supuestamente contrató por su talento.
Conseguir adecuar persona y puesto es un reto de toda organización y todo director de equipo. Objetivo complicado de conseguir pero imprescindible para lograr una organización eficaz y eficiente. El problema modular es cuando el pavo es el director de equipo.
Comentarios
dos abrazos :)