Borrón y cuenta nueva
Al menos dos estanterías tengo repletas de libros que intentan predecir el futuro a base de analizar el pasado. Los altos funcionarios, los gurús económicos, asesores millonarios de políticos hacen lo mismo. Siguen vapuleando a Keynes, sus acólitos y detractores con el objetivo de explicar lo que va a pasar. Por suerte las teorías de la L, la W, la V, la K hace ya tiempo que han quedado relegadas a los peores rincones de los periódicos.
Mientras tanto la sociedad modela su presente y su futuro. Los especialistas del marketing hace tiempo que dejaron de presumir de serlo, los publicistas ya anteponen en su tarjeta el rasgo de artista y los “aficionados” en múltiples campos sientan cátedra en la red.
Mientras los doctores diagnostican y buscan recetas para el sistema, él mismo por su cuenta y riesgo, evoluciona y desarrolla nuevas formas y nuevos hábitos. El pasado nunca vuelve, nunca, ahora tampoco.
Las temibles nuevas tecnologías, tan incomprensibles aún, se convierten en inmensas ventanas al mundo y nos proporcionan un poder brutal, desmesurado. La disminución de la carga de trabajo abre impresionantes perspectivas de crecimiento en la vida personal. El derrumbe del modelo del ladrillo español debería alejarnos de cualquier apego a los bienes terrenales. El mestizaje, ese con el que convivimos todos los días y que casi ignoramos por completo, está deseando enriquecernos; a un paso, a unas pocas horas, a unos pocos euros, existen diversas y maravillosas formas de entender la existencia.
Los detecto por el tono de su mirada, por el timbre de su voz, que incluye rabia, impotencia, desconcierto, angustia, desorientación, incomprensión, soledad.
Es hora de quemar viejos reglamentos, queda toda una nueva por vivir. Empieza ahora mismo.
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