viernes, 7 de marzo de 2008

Futura Bitácora

Nuestra vida, la de cada uno de nosotros, nos ha sido dada, pero no nos es dada hecha, sino que es una tarea y es algo que tenemos que hacer, y que hacernos”.

Es la fórmula con la que el maestro Ortega resume en qué consiste, para el hombre, ser, y cómo puede llegar a ser. Extrae la conclusión al analizar al Fausto insatisfecho de Goethe.

Robin Wiliams, susurraba a sus alumnos: “Carpe Diem”, intentando evitar que se les fuese de entre las manos, los dulces instantes de juventud.

Carl Gustav Jung, repetía a sus pacientes “La vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir

La vida, nuestra vida, avanza, fluye, y en términos duros, podríamos decir que, se consume cruelmente. Y la mágica lucidez para aprovecharla, a veces nos llega, por un efecto bofetada, como nos ha mostrado Isabel Coixet en “Mi vida sin mi”.

Ahora bien, una cosa es ser simples espectadores ubicados en un espacio y tiempo determinados, que definen el escenario y la obra a la que asistimos, y otra cosa bien distinta es participar activamente del guión para modificar el futuro en función de nuestras capacidades y responsabilidades.

Esta última opción, de actitud participativa, es a la que todos nos suscribiríamos, pero, ¿ hemos recibido los parámetros básicos que nos permitan definir una ruta personal, que nos permita alcanzar los proyectos anhelados, los talentos deseados, las relaciones consolidadas, las experiencias enriquecedoras, las herencias que queremos dejar detrás nuestra?

Ninguno tenemos el manual de cómo hacerlo. La realidad, nuestra realidad, es que, lo más habitual, es tirar adelante, y dejar en manos del destino y la inercia el resultado de nuestro esfuerzo, “ ¡Nada de plan previo, que no eres edificio! No hace el plan a la vida, sino que ésta la traza viviendo! ”, decía Unamuno. A veces, dejamos para el final lo fundamental, quiero decir, que no le prestamos la atención necesaria a lo que nutre y da sentido a nuestra existencia, a aquello que nos aporta las gratificaciones emocionales necesarias que ponen la felicidad al alcance de la mano.

Ir documentando nuestro cuaderno de Bitácora con las experiencias vividas, vigilar de cerca nuestra “aguja de marear”, plantearse retos y objetivos personales no es difícil. Lo realmente complicado, el gran reto, es timonear acertadamente a rumbo personal. Ese es, el necesario ejercicio de consciencia, coraje, responsabilidad y perseverancia.

Enfrentarse a la hoja en blanco resulta horrible, ¿por donde empezar? Comencemos por identificar la clave, para mí es, el amor, el verdadero motor interior. Suscribo la fórmula de la felicidad de: tener algo que hacer, algo que esperar y alguien a quien amar.

Pongámonos en marcha,“Si algo suculento ha de cocerse en los pucheros de nuestros nietos, habremos de comenzar a guisarlo ahora ” nos avisa Ortega. Pasemos a la acción, pues bien nos enseña Mefistófeles: “Querido amigo, toda teoría es gris, pero es verde el áureo árbol de la vida

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amigo, como sabes, yo también estoy en momento de cambios, y eso implica reflexión. Me gusta leerte, me gusta compartir contigo esas reflexiones y me gusta ver que eres punto de encuentro de más "pensadores"