jueves, 17 de abril de 2008

Al-Taraf al-agharr


Su denominación, de origen árabe, quizás porque han sido los que, durante mayor período de tiempo lo han recorrido y lo han disfrutado ya nos pone en antecedentes.

Trafalgar, para unos, los más, un cabo, una referencia, un hito en su navegación, en su horizonte; para otros, un promontorio, un saliente, una playa, un faro, un lugar de paseo. Para un puñado, un trozo de su corazón.

Existen en el estrecho de Gibraltar, impresionantes balcones al mar y a otro mundo. Te invitan a imaginar el Sur: La Sierra de la Plata, la Torre del Fraile, la Candila, El Bujeo, el Tómbolo de Trafalgar. Te empujan a correr hacia el norte Hacho, Anasser, Malabata, Cyres, Moussa.

Desde la otra orilla -¿Por qué la otra?-. Desde la orilla sur, son para disfrutar, los días en que se divisa Trafalgar a los pies del Tajo; y algunas noches se hacen únicas, cuando, desde lontananza, el faro guía nuestro pensamiento con su ciclo GpD(2+1)B 15s.

Es inevitable, recordar el capítulo que lo ha hecho mundialmente conocido. Aquel, ocurrido tras el incidente de San Vicente, en el que perdieron la vida centenares de hombres, cuando se enfrentaron las escuadras de El Señorito y Monsieur Corneta “…el pobre anciano rezaba con tanta piedad como en la cámara del Santa Ana la noche de nuestra separación. Desde aquel día, el Sr. de Cisniega no hizo más que rezar, y rezando se pasó el resto de su vida, hasta que se embarcó en la nave que no vuelve más”, narran los Episodios Nacionales.

Un trozo de mi ha sido fraguado al pie de ese faro, llevo la marca de ese viento, ese sol y esa sal. Sus olas y su arena en impenitente batalla me han aportado fortaleza para no rendirme.

Pequeños objetos, usuales rincones se convierten en iconos de una etapa de nuestra vida, esta que tenemos para siempre; a los que acudimos y recordamos para hacernos capitanes de nuestro navío, y gritar como Cosme Damián de Churruca y Elorza “ Si llegas a saber que mi navío ha sido hecho prisionero, di que he muerto "

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