martes, 12 de agosto de 2008

Aviones cartujos


Los polluelos deben de volar, tienen que volar, son las fechas, el rigor del verano se hace patente, ellos están preparados y los esforzados padres necesitan un descanso, un corto reposo para recuperar grasas y reponer el plumaje para la inminente etapa migratoria.

Mirándolos con cariño, puede adivinarse cierto brillo de satisfacción en los adultos, rodeados de tanto jovencete, torpón e impetuoso. Los adultos son apenas un 20% de todos los que se congregan, lo que muestra una señal clara de que el año de cría ha sido excelente.

En los primeros días de agosto, en torno al antiguo monasterio de La Cartuja de Cazalla de la Sierra en Sevilla, en los cables, cipreses, olmos, eucaliptos, acebuches, chopos, se concentran en torno a 4.500 aviones comunes (Delichon Urbica). En estas jornadas, el tiempo, predominante de levante ha elevado las temperaturas, y los aviones aprovechan las albercas, transformadas en piscinas para beber y refrescarse, y los insectos del valle y de la huerta para coger energía para el viaje.

El miércoles 6 de agosto amanece algo distinto, la brisa trae un aroma diferente, más fresco, más húmedo, llega desde el poniente, y los primeros en darse cuenta son estas dulces aves que, llamadas por un instinto mágico se lanzan vuelo al Sur; a recorrer decenas de miles de kilómetros, atravesando mares y desiertos, guiadas por una razón máxima, su supervivencia.

Los veo irse en esta mañana, y les deseo la máxima de las suertes, al igual que las golondrinas, vencejos, dáuricas, abejarucos, roqueros, que parecen salir a despedirlos; y como entrañables amigos, parecen pedirles volver a verse, en la próxima primavera, cuando, en marzo, vuelvan, los supervivientes, a reconstruir sus nidos en la iglesia, el juzgado, el hogar del pensionista y en decenas de cornisas de los cazalleros.

La partida me deja en un profundo silencio, y cierro los ojos, deseando que, cuando los abra, reine la noche, y las Perséidas cumplan mis deseos. Uno repetiré hasta la saciedad: que estos éxodos se sigan produciendo por doquier, porque es un vuelo hacia la esperanza, hacia la vida.

1 comentario:

Don Quijote, la última aventura dijo...

Qué impresionante es la migración de las aves. Además el lugar no puede ser más deslumbrante y mágico.

Esperemos que la vida nos permita disfrutar de estos especiales momentos durante muchos años.

Un saludo.