sábado, 22 de noviembre de 2008

DPA7ª

El uso partidista de los sentimientos de hechos pasados se está poniendo de manifiesto con el desarrollo de las leyes. En concreto me refiero, a lo dispuesto en la Disposición Adicional 7ª de la Ley 52/2007 de 26 de Diciembre, donde se señala que “las personas cuyo padre o madre hubiese sido originariamente español podrán optar a la nacionalidad española de origen si formalizan su declaración en el plazo de dos años desde la entrada en vigor de la presente Disposición adicional. Dicho plazo podrá ser prorrogado por acuerdo del Consejo de Ministros hasta el límite de un año. Este derecho también se reconocerá a los nietos de quienes perdieron o tuvieron que renunciar a la nacionalidad española como consecuencia del exilio”.

La agrupación “Hijos y Nietos de Españoles en Argentina”, se alegra de la puesta en vigor de esta disposición, pero quiere más, luchará para que, entre los beneficiados, se encuentren también los nietos de las mujeres que emigraron antes de 1.936 y los nietos de abuelo varón que haya renunciado a la nacionalidad española antes de que naciera su hijo para tomar la nacionalidad del país de acogida, entre otros.

La consecuencia de esta norma es un efecto llamada que puede ser de, hasta 1.500.000 personas, que, alegando cualquiera de esas condiciones, solicite la nacionalidad española y todos los beneficios que ello conlleva. Los cónsules de toda América, ya se preparan para algunas avalanchas.

El efecto indirecto puede llevar a una reconfiguración del censo electoral. Y si sumamos a este hecho, la labor de captación de voto iberoamericano que los partidos de izquierda llevan haciendo desde hace años, puede hacer que, cuando termine el proceso, justo antes del cierre del próximo censo electoral, la balanza de las elecciones pueda depender de estos mismos que ahora rebuscan entre papeles antiguos para acreditar su ascendencia española.

No estoy en contra de este reconocimiento, al contrario, el futuro ideológico y utópico pasa por barrer todas las fronteras posibles. Lo que sigo sin compartir es el hecho de que, los que puedan ser españoles, los que yo quiera, o me interesen, si, y otros no. Como bien decía el otro día la editorial de ABC, si los 200.000 exiliados vascos, pudieran votar en las municipales y autonómicas, el mapa político de Euskadi quizás cambiaría.

Otras interpretaciones de la medida, la DPA7ª, ciertamente extremistas, hablan de la pureza de sangre del español, y que, por eso, deben rescatarse, y reconocerse la nacionalidad, a aquellos que tuvieron que irse, pero que, en realidad son.

Si tiráramos del hilo unos centenares de años más, España sería quizás la nación, con más compatriotas repartidos por los continentes y con el fenotipo más amplio. Bienvenida biodiversidad, bienvenidos todos.

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