miércoles, 10 de diciembre de 2008

60, suma y sigue

A lo largo de la jornada, los medios de comunicación han ido mascando la conmemoración de la firma, hace ya 60 años, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por parte de la ONU, el texto traducido a mayor número de lenguas en el mundo.

La polarización se ha agudizado en esta lucha constante, pues, a pesar de la promulgación de declaraciones específicas posteriores: del refugiado, de la mujer, del niño, etc., nuevos dragones se empeñan en poner dura la batalla, apareciendo nueva formas de reventar un texto de deseado cumplimiento. Es llamativo que, precisamente lo que resaltan, a lo largo del día, los medios de comunicación, es que aún quedan bastantes años- mucho tiempo- muchos años, para lograr que la carta magna de convivencia se cumpla.

Craig Ewert ha sido hoy, uno de los protagonistas, renunciando a su derecho más esencial. Para mí, desde luego, lo ha sido mucho más Martti Ahtisaari, que ha luchado durante muchos años, para que miles siguieran viviendo. “Todas las crisis, incluida la de Oriente Próximo pueden ser resueltas”, declaró tras recibir la medalla.

Amnistía Internacional ha puesto el cierre de Guantánamo en primer lugar de sus prioridades. Se ha destacado la situación en Congo, Zimbawe, Filipinas, Honduras… Se ha criticado la política exterior de países que abanderan el progreso y gestionan de manera muy egoísta. Durante todo el día, analistas han ligado la gestión económica a la de los derechos humanos como vía para conseguir un mundo cada día un poco más justo.

La publicación del informe de la FAO ha sido contundente: casi 1.000 millones de personas pasan hambre en el mundo, sobrecoge. En el otro extremo, Crecen grandes escombros humanos en el corazón de la prosperidad”, acaba de decir Iñaki Gabilondo.

Es paradójico, que un mundo globalizado, sea también más polarizado, y vuelva a ser sólo uno, a la hora de cargarse vidas.

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