jueves, 4 de diciembre de 2008

Pensando

El Sheraton Park Lane, está en Piccadilly a apenas un kilómetro del Palacio de Buchingham. Se construyó en 1.929 y es un claro ejemplo de la sociedad efervescente de inicios del siglo XX.

Como no puede ser menos, en sus habitaciones, se alojan personalidades de relevancia mundial, y en sus salones se celebran los más sofisticados eventos sociales, en los que se realizan relevantes discursos, que sirven de faro a muchas personas e instituciones. Entre esos actos, se encuentra, la cena de gala de la Asociación de la Prensa Extranjera en Londres, celebrada hace unos días.

En el estrado, el Príncipe de Gales, Carlos de Inglaterra (Charles Philip Arthur George de Mountbatten-Windsor), con 60 años recién cumplidos, explicaba “Los problemas actuales no son sólo una crisis medioambiental o financiera. Son la consecuencia de una crisis fundamental en nuestra percepción,…, nos hemos abstraído de la vida hasta el punto de que nuestra mentalidad está alejada de los principios que rigen la salud de cualquier economía y de toda la vida en la Tierra”. Y apuntaba, a René Descartes, a su teoría modernista y del “hombre máquina” como el origen de la situación actual.

Es curioso que el modernismo alcanzase su máximo esplendor a comienzos del siglo XX, cuando, precisamente, se construyó el Sheraton, y que, en esa época, Descartes fuese fuente de inspiración, entre otros muchos para J.M. Keynes, en el que muchos intentan hoy, encontrar su tabla de salvación.

Las aportaciones de Descartes fueron muchas, entre ellas las coordenadas cartesianas, sin las cuales no se entenderían hoy los análisis de oferta/demanda, por ejemplo. Se apoyó en la lógica para explicar la filosofía, diciendo que “cuanto mejor se piense, mejor se actúa”, aunque también fue consciente de las propias limitaciones de la lógica, y desarrolló en la segunda parte del Discurso del Método, las Reglas para la dirección del Espíritu (Preceptos de evidencia, análisis, síntesis y control).

En la regla de síntesis, se establece que hay que ir de lo simple a lo complejo. Resolviendo problemas sencillos, “las naturalezas simples”, podremos apoyarnos en ellas, para tener a nuestro alcance, la solución de problemas complejos.

Existamos, pensemos, sin perder de vista el gran problema, empecemos por ir comprendiendo lo que queda más cerca; sin inmovilizarnos, establezcámonos en la duda como base de pensamiento, como pilar de avance. Nuestra vida, los que tenemos cerca serán los primeros beneficiados. No malgastemos tiempo y esfuerzo en limar reflexiones y teorías que han permitido grandes avances.

Porque, ya puestos, Descartes bebió de Platón y Aristóteles. Con ese hilo conductor, debemos seguir el razonamiento de S.A.R. Carlos, y deberíamos concluir, que la verdadera culpa la tiene la Grecia Clásica y sus pensadores. En definitiva, el problema estaría en pensar.

2 comentarios:

Don Quijote, la última aventura dijo...

Cada día me apasionan más tus teorías y comentarios.

Cuanta claridad de pensamiento.

Sigue así compañero.

Anónimo dijo...

Ojalá!! se pensara más.