jueves, 8 de enero de 2009

Sugamuxi

Se anticipa la mañana con nuevos brios, quiere el sol, despuntar un ratito antes cada mañana, arañando segundos al reloj, animándonos a seguir con proyectos y aventuras. Señalándonos el camino a recorrer, ahora que, con el arranque del calendario, renovamos las fuerzas para crecer y mejorar. La luz, le gana tiempo en estas fechas a la oscuridad.

Allá, el sol, nació, como un muchacho sabio y manso llamado Sugamuxi, en las tierras de Hunza, pero al salir de la infancia, se vio obligado a viajar solo por regiones tan hostiles, llenas de selva, de serpientes mortales, de tigres carniceros, de guacamayas, de monos saltadores, de lechuzas, de moscas grandes, zancudos y escorpiones; que el muchacho fue perdiendo la paciencia a medida que avanzaba en su canoa por las aguas encajonadas del río. Un día despertó en medio de la corriente, y había tantas criaturas acechándolo, tantos tigres rugiendo, tantas gualas negras de pluma blanca oscureciendo el cielo en espera de su carne, que el joven Sugamuxi se fue poniendo rojo de furia hasta que ardió en una sola llama y se transformó en Chicamocha, el señor de fuego. A medida que avanzaba, tras él iban quedando tierras muertas, montes negros de carbón y grises de ceniza y ruina. El señor de fuego siguió bajando en su barca encendida y sólo sintió que se aplacaba su furia al llegar al valle del río Yuma, donde se fue convirtiendo sólo en calor, de modo que volvió a ser Sugamuxi, el joven de la diadema de oro.

Seamos río y canoa, no tigre ni serpiente, hagamos que en nuestro entorno reine Sugamuxi, no dejemos que Chicamocha devaste nuestra tierra.

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