Lo que ocurre es que, un año más, Doña Cuaresma, vuelve a conquistar el efímero reino de Don Carnal.

Muchos lo intuían, y, anoche, en algunos rincones del mundo, se llenaron las calles de viudas desconsoladas, conocedoras de que, cualquier tiempo pasado fue mejor. Y entristecidas, ante la nueva etapa de contención y escasez que se avecina, pasearon su pena por plazas y calles.
Quizás han perdido la cruz, de ceniza de palma, que les impusieron en la frente hace un ratito, poco les importa ya, sólo resuenan, como eco lejano, entre quejío y quejío, algunas risas cómplices por los dulces, y apasionantes momentos vividos en las últimas jornadas, y se sonríen entre ellas, tras el pañuelo, esperando que se hagan realidad, las últimas palabras que oyeron del sacerdote : “polvo eres, y al polvo tornarás”.
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