domingo, 29 de marzo de 2009

África tiene que seguir creciendo

Que los gestos son fundamentales, en tanto que se convierten en fuente de tendencias y movimientos económicos y sociales, es bien conocido. Pocos políticos han querido quedarse fuera del gesto, promovido por WWF, llamada la “hora del planeta”. Aunque el ahorro y el efecto de esa hora puede llegar a ser, técnicamente ridículo, había que apagar bombillas, sobre todo en lugares de renombre.

Los actos simbólicos suelen emprenderse en actividades novedosas, y ese rasgo de frescura y novedad tuvo hace años el hecho de que algún partido político en España, incluyera en su programa electoral el envío del 0,7% del PIB a ayudas internacionales al desarrollo.

Justo antes de la próxima reunión del G20, Rodríguez Zapatero ha vuelto a sacar este argumento como propuesta que llevará a la reunión de Londres. Me temo que se seguirá quedando en una declaración de intenciones en el acta de conclusiones de la reunión, si es que España logra incluir esta cuestión en el orden del día.

Que la globalización es imperfecta es un hecho, quizás mejor debería hablarse de importantes interrelaciones entre países, otorgando mayor propiedad a la realidad internacional actual. Y, como en todas las relaciones existentes, existe una fuerza desigual entre los participantes. En el orden mundial actual, los países en vías de desarrollo tienen menos poderío en las negociaciones. En concreto si nos miramos a África, al África subsahariana, al ver algunos números, comprobaremos que están siendo los más perjudicados de una situación de crisis generada muy lejos de sus tierras.

Países con una economía bastante primaria ven peligrar su futuro debido a una caída del 70% del precio del petróleo, una caída del 43,2% de las materias primas en el último año. En Sudáfrica se agolpa el hierro, el aluminio y el manganeso en sus puertos. En Botswana las ventas de diamante ha caído un 90%. Zambia ha reducido sus exportaciones de cobre en un 60%.

El África subsahariana, según el African Economic Outlook, estuvo creciendo en los últimos cinco años un 5,5% de media. El presumible proteccionismo de los países ricos, junto con el descenso de la actividad productiva puede bloquear economías enteras. Podrían “hundirse en el caos y la violencia” según palabras de Meles Zenawi, presidente de Etiopía.

Los avances en la lucha contra la pobreza realizados en los últimos treinta años podrían irse al traste y abocar a la desnutrición y a la enfermedad a millones de personas, además de una escalada de violencia llevada a cabo por grupos independentistas que pujarán por hacerse con el poder en economías con instituciones débiles y aliados internacionales no comprometidos. Según Bronwyn Bruton, del CFR, “Muchos países africanos carecen de voluntad y de medios para proporcionar un colchón de seguridad a su ciudadanía”.

Los países que se reúnen en el grupo del G20 son los que, fundamentalmente, han establecido las reglas de juego mundiales, y son los responsables de que la globalización y el orden mundial se encuentre de esta forma en estos primeros meses del 2.009. Tienen que ser conscientes que si, al menos, no mantienen los actuales compromisos de ayuda al desarrollo, estarán minando el futuro de todo el planeta, y de nada servirá ponerse otro día, el año que viene, a apagar la luz durante una hora.

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