martes, 14 de abril de 2009

Banderitas republicanas

La República tiene que ser para nosotros el nombre de una magnífica, de una difícil tarea, de un espléndido quehacer, de una obra que pocas veces se puede acometer en la Historia y que es a la vez la más divertida y la más gloriosa: hacer una Nación mejor”. Corría el 13 de Mayo del 32 cuando José exponía con claridad y contundencia la idea de construir un país emprendedor y ágil, con un entusiasmo constructivo que “unen inseparablemente la alegría del proyectar y la seriedad del hacer.”

Dos semanas después, desde el mismo lugar, esgrimía sus argumentos Manuel, “Lo más abominable de la dictadura, prescindiendo ya, que es prescindir, del choque del ideal político y de la libertad política contra la tiranía; lo más abominable de la dictadura, al menos para mí, es que constituía una ofensa permanente al entendimiento, que tiene también su pudor y que no puede resistir que con descaro e insolencia se le afrente.”.

Eran José Ortega y Gasset y Manuel Azaña desde la tribuna de oradores del Congreso. Ambos contribuyeron, desde sus respectivas ideologías políticas, a la instauración de la Segunda República. En esos momentos, Manuel Azaña era presidente del Gobierno de la República y Ortega ocupaba un escaño por León de la Agrupación al Servicio de la República.

Hoy es el 78 cumpleaños de la II República Española, cuyos valores y principios intentaron que quedaran recogidos en la Constitución del 78.

Durante esta semana, diversos colectivos promueven por toda España actos conmemorativos de la fecha y reivindicativos para que una nueva etapa republicana se abra en el país. El lema de este año choca frontalmente contra el denostado monstruo del ladrillo y se denomina “Construyendo la III República”.

Cierto que en los últimos años, el republicano, no ha sido un movimiento demasiado popular ni problemático, hecho que lo ha vuelto bastante invisible a los medios, pero cada vez son más las personas que buscan, que necesitan respuestas que el poder actual no les da.

José Ortega y Gasset, lo repitió en dos de sus grandes obras, La España Invertebrada y La Rebelión de las Masas, “el desafío político por excelencia consiste en identificar las minorías capaces de dirigir un país”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay, ay, ay. No creo que este tema sea el que hay que centrarse en los tiempos que corren...

Azaña estaba al mando cuando la Guerra Civil, y para mi uno de los responsables de aquella catástrofe, como casi todos los políticos de aquel entonces.

Él particularmente al no poder gobernar la deriva de los acontecimientos.

El que piense que el período de la República(Rex Publica)representaba la libertad, el progreso, la igualdad etc. como nos quieren vender, creo se informado sólo parcialmente.

Aquel fue un período de hambre, miedo, revueltas, asesinato de diputados por funcionarios del estado y hasta dos revoluciones: y aquellas iban en serio, tratando de replicar la Revolución Bolchevique (dictadura del proletariado)...no hace falta explicar más.

Afortunadamente no me tocó vivir aquellos tiempos de terror, sino los actuales que tienen otros problemas menos críticos.

Independientemente del debate de la Monarquía, prefiero esta época, construida sobre los cimientos de lo que pactaron nuestros padres a finales de los 70, y a ser posible enterrar para siempre en los libros de historia aquellos años terribles, incluído el período 31-36.

Un saludo

La opinión de Álvaro

Mon dijo...

Me parece que el debate Monarquía-República es demasiado interesado: para mi, al menos, el problema no es la figura del estado, sino que nuestra máxima institución (sea sucesoria o electiva) haga bien su trabajo: representarnos (según la constitución del 78).

Entrar en si debe o no cambiarse la constitución, si esa máxima autoridad del estado democrático debe o no tener más poderes, me parece un error. No tanto desde el punto de vista del ordenamiento político del pais sino del incremento de la cosa pública (de la que creo estamos ya demasiado saturados).

Hasta la fecha, la II República sólo demostró ser incapaz de dominar la situación de polarización y extremismo que se instauró en el pais (bien es cierto que en unos años convulsos en Europa), no ser capaz de alcanzar sus objetivos de estabilidad social, del prosperidad y de laminación de las desigualdades sociales. Por el contrario, nuestra actual monarquía (en la persona de su Rey) ha traido consenso (al principio), moderación (al menos, hasta ahora..) y prosperidad a nuestro pais, también al hilo de las actuaciones (con sus luces y sus sombras) de nuestra actual clase política.

Por eso, y en aras de mantener el foco en lo verdaderamente importante (no en lo accesorio), me parece más inteligente plantear no el debate entre la organización del estado, o el sucesorio por sexos sino por competencia: mientras tengamos un rey (el actual o el futuro) que haga su trabajo, mejor no meneallo...Y preocuparnos, en cambio, de que los políticos (llámase Ejecutivo o Legislativo) hagan el suyo, apartando debates estériles (cortinas de humo??) sobre la ordenación del estado y dedicándose a lo que nos interesa: la paz, la prosperidad, la bonanza económica y el estado del binestar.

Un saludo