martes, 26 de mayo de 2009

Exaltación de la amabilidad

Sin la mínima dosis de comprensión, interés por los demás, generosidad y bondad que atesoran algunos “hombres buenos”, la vida, en este inhóspito planeta se nos haría sórdida.

Las personas de edad avanzada, o aquellas que se encuentran enfermas o debilitadas son las que más y mejor aprecian esos detalles; detalles que van más allá de la manida urbanidad o civismo. Son aquellas pequeñas cosas que permiten añadir una sonrisa liviana y cómplice a un día amanecido gris. El catálogo de pequeños placeres está surtido de estos gestos, de esas gotas de alegría de vivir, que si vienen endulzados con pizcas de humor, contagian y otorga la lección magistral de la jornada.

Existe un aliciente fortísimo para incorporar estos momentos a nuestras vidas, y es que se retroalimentan, con lo que él más beneficiado, es el que aporta estos gestos de amabilidad a la vida.

Dijo A. Schopenhauer que es “como una almohadilla, que aunque no tenga nada por dentro, por lo menos amortigua los embates de la vida”.

Sé amable, el mundo, tu gente y tu mente te lo agradecerán.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo que rebosa el corazón, habla boca...

Mirándolo al revés, particularmente no puedo con la falta de educación o la impertinencia.

Álvaro