jueves, 27 de agosto de 2009

Incorporar alegría

Más conocido por sus dramas, Anton Chejov también escribió obras con un corte de comedia que permitía al autor parodiar la sociedad en la que vivía, en la que vivimos. Los entresijos de los vecinos de la Rusía del diecinueve son muy similares a los de la Andalucía de comienzos del veintiuno.

Las disputas vecinales por competir por las mayores posesiones, las mejores marcas, el mayor prestigio, echándole en cara al otro sus defectos, exagerados hasta límites grotescos suele acabar con los trastos volando en ambos sentidos. La costumbre andaluza de vivir con las puertas abiertas, ahora lo podemos comprobar, con el acto, casi religioso de la sacada a la calle de la silla, normalmente de enea, para tomar el fresquito al anochecer, y ya de paso poder ver al chico que viene a buscar a la hija de la vecina, y el atrevido vestido de ella, y que eso sirva de pie para ir enlazando personajes y situaciones. Hay que ver lo que me dijo la de la calle Ancha hoy en el mercado, y te has enterado que el sobrino de la maestra está en el hospital.

La compañía Viento del Sur nos ha ayudado a mirarnos en el espejo este verano con las representaciones que han realizado, también en La Buhaira, marco delicioso de pareados muros rojos y verdes y ese solemne reloj impasible, que hace de juez de las diez y media.

Es muy particular, y quizás ocurra en otras partes del mundo, como la comunidad andaluza acoge en su seno a los recién llegados con una ejemplar hospitalidad y cordialidad, características que han hecho que, en todas las guías de viajeros se haga constar que, nuestra gente es abierta y hospitalaria. Sin embargo, las dagas más afiladas y envenenadas quedan para aquel que comparte pared cada día, esas mismas que impiden que incorporemos alegría a la convivencia diaria.

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