viernes, 21 de agosto de 2009

Soñando

Inquietar el corazón del poeta es el sueño de infinidad de chicas. Provocar esa desazón que se convierte en versos encadenados, repletos de musicalidad y sentimiento apasionado es el deseo de incontables.

Cuando la ciudad adquiere ese tinte femenino, le brotan las mismas impaciencias, por eso, que la canten los trovadores enorgullece a sus calles, plazas, rincones y fuentes.

A Sevilla eso le ocurre con Becquer, uno de los sevillanos ilustres, criado en el palacio de los Duques de Montpensier cuando acogía a los huérfanos destinados a convertirse en piloto de altura. Él, se dedicó a coger altura no en la mar sino en el aire con sus musas (Dibujo de G.A. Becquer, 1860, "El poeta y las musas").

Becquer se crió al borde del río y su juventud se llenó de los aromas del gran río, y su cabeza de las fragancias de Sevilla, y el enamoramiento fue mutuo. Sus restos hoy descansan en el subsuelo de la iglesia de la Anunciación. En estos días, la pared de la cripta está repleta de post it, con frases hechas que colorean la pared de mármol. Es una buena idea que evita los rayones en las carísimas losas. A la lectura de los post it está dedicado el mayor tiempo de los visitantes.

Algunas notas son superficiales, cómicas e incluso groseras. Suelen estar colocadas sobre otras, ya tapadas con mensajes privados, íntimos, profundos que ya quedan entre el autor y el poeta, mejor así. Ese Becquer que, gracias a la Imperdible, se ha subido al escenario en el patio de las Bellas Artes para encandilar a las damas y a los asistentes en estas noches de verano cuando Sevilla sigue soñando a Becquer porque sabe que un poema cabe en un verso, porque al añorado le siguen quedando lágrimas para calmar la sed en el desierto.

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