Actuar con habilidad

No lo hacen sólo los trapecistas e ilusionistas, es una capacidad que debemos incorporar todos a nuestras tareas cotidianas. Y no es complejo, basta con asumir algunas responsabilidades de esas entreveladas que suelen anotarse en el margen de las páginas.

Si se piensa que ya se han adquirido, que uno es responsable, e incluso nos ofenden si se duda lo contrario, basta, con honestidad, cuestionarse si se han asumido correctamente.

Veamos, responsable viene de la palabra responsabilidad. Y responsabilidad es la conjunción de dos términos: responder y habilidad. Pero es que resulta que responder implica acción, es decir, responder es actuar. Por tanto una persona responsable es la que actúa con habilidad. Ya solo nos queda reflexionar sobre cual de ellas es nuestra parte más débil. El Actuar o la Habilidad.

Sobre si tomamos la iniciativa y nos enfrentamos al problema, si somos los primeros en acercamos al vacío, y vencemos el miedo al rechazo, o simplemente dejamos que otros se equivoquen primero, que el temerario se lleve la primera torta y esperamos a que se aclare el camino, a que nos den directrices, a que el lider, más o menos reconocido, nos oriente.

También debemos pensar si tenemos habilidad, soltura, destreza, rapidez, agilidad, reflejos, o somos un peso muerto que cierra los ojos al ver venir el puño, si dejamos que otro nos adelante por la derecha, si en el potaje común somos los últimos en meter la cuchara.

Visto así es relativamente fácil explicarse por qué en un teatro hay unos pocos actores y centenares de butacas, por qué en el estadio hay unos pocos corriendo y miles de asientos, por qué en un concierto hay unos pocos que tocan la música y muchos que escuchan y bailan a su son.

Somos los protagonistas de nuestro ratito de vida, los protagonistas de nuestra obra y no puede influirnos que el patio de butacas esté semivacío o lleno a rebosar. La magia del teatro es que cada función es irrepetible, la chispa del directo