jueves, 21 de enero de 2010

Lágrimas de dragón

Las lágrimas de dragón que derramé sobre tu rostro me  convirtieron en el hombre que soy, al menos en el que quedó tras tu tempestad.

Cuando se vayan agotando las noticias estadísticas del año 2009 que versen sobre paro, pérdidas económicas, economía sumergida, préstamos impagados, empresas cerradas y similares, habrá sitio para hablar de cuestiones como las relaciones afectivas que son entendidas como de relleno en esta vorágine de actualidad.

Estoy deseando llegar a conocer el número de divorcios producidos en España en 2009 y ver como se comparan las cifras con años anteriores. Me gustaría que se incluyesen en las estadísticas las separaciones de las parejas de hecho y rupturas de parejas estables de todo tipo para que el debate sea más enriquecedor.

Cuando otras necesidades aprietan las uniones y separaciones suelen consultarse hasta la saciedad con margaritas y almohadas. También porque unas y otras suelen costar dinero. Añadir que en el caso de las uniones se suele abrir la puerta a los temores del compromiso.

Y es que el compromiso afectivo parece despertar esos miedos horribilis que escondemos en el fondo de los bolsillos. Estamos asistiendo a un cambio en los modelos afectivos que están haciendo que no queramos renunciar a la pasión abrasadora del enamoramiento, pero que a la vez, intentemos evitar las obligaciones y quehaceres de "una relación".

La fase de cortejo, que históricamente han sido más largas e incluso más intensas que la posterior alianza. Las noches sin dormir pensando en el amado han sido tradicionalmente hasta más numerosas y agotadoras que las noches de fuego pasional. Ahora sin embargo, el cortejo termina antes que se vacíe la botella de vino y el conocimiento mutuo se queda en la superficie, no llegando a lo mejor de cada uno, de lo que cada uno tiene o puede dar, “la señal de que no amamos a alguien es que no le damos todo lo mejor que hay en nosotros” dice Paul Claudel. Y por eso algunos autores piensan que el amor más puro se produce antes, cuando es unipersonal y a veces unidireccional, en la fase de enamoramiento o deseo, “nunca amamos a nadie: amamos sólo la idea que tenemos de alguien. Lo que amamos es un concepto nuestro”, Fernando Pessoa.

Extremadamente complejo para no pocos es pasar a la perspectiva de ser dos, convirtiéndose en imprescindible tener en cuenta al otro siempre. “amar no es mirarse el uno al otro, es mirar juntos en la misma dirección”. Nos dice el autor de El Principito, Antonie de Saint-Exupéry.

Mucho se ha escrito sobre modelos afectivos y teorías del apego. Los estudios de John Bowlby, Harry Harlow, Mary Ainsworth o de Remedios Melero y María José Cantero en España son muy reseñables. Todos ellos tratan de modelizar las formas con las que expresamos nuestros sentimientos y queremos que nos las manifiesten. Ese conocimiento permitirá aunar felicidad y amor, ello nos permitirá suscribir la profecía de Balzac “puede uno amar sin ser feliz; puede uno ser feliz sin amar; pero amar y ser feliz es algo prodigioso”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sueños en una noche de Granada.