Por definición, por ambición, por concepto las organizaciones nacen para perdurar. Las empresas para generar riqueza a sus grupos de influencia, y aunque no se exprese casi nunca de manera explícita, las organizaciones tienen una vocación innata de crecimiento. En base a ello se definen estratégicas, políticas y objetivos. Pocos son los planes estratégicos que contemplan, de forma voluntaria decrecimientos. Siempre es el mercado, la competencia, las ventas las que obligan a los directivos a adoptar medidas de contención del crecimiento.
Es quizás por ello por lo que, la falta de práctica, haga que los errores cuando se emprenden medidas de "ajustes de crecimiento" se repitan de manera recurrente. Hemos de tener en cuenta que la atención de la dirección, ante una curva descendente de sus resultados y ventas consiste en posicionarse de la mejor manera para evitarlo, para no caer de ninguna manera en un pozo de pérdidas económicas, de pérdida de empleo, de expulsión del mercado. En demasiadas ocasiones se toman caminos cuya meta es el desastre. No es mal momento para recordar las decisiones más torpes que puede tomar una empresa en ese tipo de situaciones. Según Business Week, éstos son:
1. Despedir talentos.
2. Hacer recortes en tecnología.
3. No asumir riesgos.
4. Detener el desarrollo de productos.
5. Que los consejos de administración sustituyan presidentes que estén a favor del crecimiento por otros que estén a favor de la contención del gasto.
6. Evitar la globalización.
7. Permitir a los presidentes cambiar la innovación como clave estratégica.
8. Cambiar la forma de medir el rendimiento.
9. Reforzar la jerarquía en detrimento de la colaboración.
10. Refugiarse en un castillo amurallado.
Después que demasiados de nosotros hayamos visto reflejada nuestra organización en quizás varios puntos de la relación anterior, sólo queda recordar, por si sirve de algo, que los triunfadores, los líderes del futuro siempre se han surgido en las recesiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario