Fracasar
Porque no alcanzar la meta no es el fin, de igual manera, lograrla tampoco hace que todo acabe. Al llegar, al quedarnos en las puertas, nos damos cuenta que solo era una nueva curva del camino y que un nuevo objetivo se anuncia ante nosotros.
Igual que unos piensan que lo importante es participar, lo ciertamente estimulante es el deseo de ganar, es tener la osadía de plantearselo y acometerlo, soltando lastres, tabúes y miedos, porque las enseñanzas más intensas son aquellas que dejan cicatrices. Porque el límite no se conoce hasta que uno no se ha vacíado, hasta que no ha entregado el último aliento, la última esperanza, cuando está dispuesto a quedarse en el intento.
"Bien podría ser que lo que rige el destino del hombre no sea Cristo, ni Júpiter, ni Alá, ni Moloch; sino Pachacámac, el dios de los avances hacia ninguna parte, el dios de la sabiduría que llega un día después del fracaso", William Ospina.

Algún poeta suavizó y dulcificó el discurso y habló en términos marineros cuando solicitaba a su amada que le reconociese que no todo fue naufragar. Sin embargo la rudeza de la situación, la dureza del golpe pide también términos contundentes, se puede fracasar.
La turbidez mental que llega de la mano del fracaso, esa que viene de regalo con la medalla de plata no debe ocupar sin embargo un segundo del pensamiento ni del planteamiento. Eso si, sin engañarnos, la frustación llegará. Huyo de los triunfadores que nunca han mordido el polvo pues estar siempre en la primera posición les hace tener una visión mutilada y pobre de la realidad. Y es que el destino es abundante en experiencias en las que por grandes puertas se acceden a vacíos horrendos, donde las oberturas son grandes palabras a las que suceden silencios indescifrables.
"Bien podría ser que lo que rige el destino del hombre no sea Cristo, ni Júpiter, ni Alá, ni Moloch; sino Pachacámac, el dios de los avances hacia ninguna parte, el dios de la sabiduría que llega un día después del fracaso", William Ospina.
Comentarios
Eres bueno Antonio.