Tras unos días de debate y un aluvión de críticas desde los más diversos frentes, el alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez ha decidido "voluntariamente" rebajarse el salario un 18%. Pasará de cobrar 97.000 € anuales a 79.000 €.
Es cierto que mejora la recomendación realizada por la Federación Andaluza de Municipios y Provincias y con el acuerdo de los grandes partidos políticos en la que se recomendaba a los alcaldes aplicar una reducción de salarios en torno al 15%. Sin embargo se ha quedado un poco corto respecto a la otra recomendación: Que los alcaldes de poblaciones de más de 100.000 habitantes cobren, como mucho, lo mismo que los consejeros de la Junta de Andalucía, 68.000 €. O sea, Pedro Rodríguez seguirá cobrando un 16% más que un consejero de la junta.
Con la noticia recién publicada, le pusieron un micro al alcalde y comentó que si la situación continuaba así nadie iba a querer dedicarse a la política. Explicando a continuación que, de cara a las próximas elecciones, los partidos para configurar sus listas electorales, tienen que ponerse a buscar a gente en el sector privado, normalmente profesionales de demostrada valía, y que éstos, dada la situación no van a querer incorporarse a los proyectos políticos.
Y es esa la conexión que no termino de comprender. Es cierto que todos necesitamos una serie de ingresos mínimos para vivir adecuadamente, y que todos queremos ser valorados y por tanto, retribuidos en relación a nuestra valía. Si cambiamos de profesión y ocupación, nuestra referencia es la que teníamos anteriormente y aceptamos el cambio siempre que encontremos un beneficio añadido.
Lo que ocurre que esa motivación, ese beneficio encontrado no debe ser necesariamente económico. De hecho la apuesta por una ocupación política tiene que ser básicamente vocacional. Es por definición un servicio público, consiste en realizar la contribución personal, desde un conocimiento, desde una experiencia, desde una valía, a un proyecto común, hacia una mejora social compartida. Consiste en construir un modelo de convivencia acorde a nuestros valores y cada día un poco mejor.
Un partido político para hacer partícipe de su actividad a profesionales del sector privado debe implicarlos en su proyecto de futuro (el cual debería estar plasmado en un programa electoral). Encontrar el hueco donde ese profesional puede contribuir, y darle ánimos a continuación para que, durante un tiempo, una o dos legislaturas, aporte con ímputo, con entrega, con energía, todo su saber en favor de la construcción de una ciudad.
Porque otro plano de esta realidad son los que han hecho de la política su profesión, en la que empezaron probablemente muy jóvenes y a la que han dedicado su vida. Eso les honra, pero aunque hablen todos los días con empresarios y trabajadores no pueden sentir ni vivir lo que ellos padecen. Aunque eso desapareció hace unos años del dni, está haciendo un flaco favor a la sociedad quien sólo pueda poner en los puntos suspensivos de su ocupación "político", y no porque no sean personas válidas y valiosas, sino porque no pueden valorar muchos aspectos de la realidad que no han vivido. Es como el instructor de vuelo que padece vértigo cuando está en la sesión de desarrollo de la confianza del alumno.
Ahora que los partidos están configurando sus listas electorales en centenares y centenares de municipios deberían preguntarse, antes de llamar a las puertas de candidatos, cuáles son las motivaciones de estos y qué puede ofrecer la política a la vida de esas personas.
viernes, 25 de junio de 2010
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