lunes, 21 de junio de 2010

RAO

Cuando los navegantes, liderados por James Cook llegaron a las costas de Nueva Zelanda, los nativos pensaron que eran muertos regresados al mundo de los vivos debido a su color blanquecino. A continuación pensaron que el mundo tras la muerte debía ser horrible pues los actos y modales de los recien llegados estaban dominados por la violencia y el ultraje.

Prevalece siempre la versión del más fuerte, del vencedor, y famosos son los dibujos y relatos de la Murderers´ Bay. La realidad es que la cultura fue asaltada, aplastada y comprimida hasta los lugares más recónditos como las de Te Ika, en Maui.

Los escultores maoríes se fijaban en la figura humana, la cual presentaban de forma muy estilizada, con motivos geométricos a la que otorgaban un valor funcional y decorativo. A unas pocas imágenes le daban un significado religioso, como la de Marakihau o Rao. Un característica común eran los tupidos tatuajes que decoraban los cuerpos.Tienen estatuillas masculinas muy elaboradas con todo el cuerpo y la cara cubiertos de dibujos. Algunas de ellas eran objeto de culto.
El coloniasmo militar, económico y religioso volvió a ejercer su poder, como ya lo había hecho en otros continentes, en este remoto lugar y se mutiló de forma virtual y real a un pueblo, demonizando sus hábitos y costumbres, transformando en malo, algo que hasta entonces había sido simplemente suyo.

Los misioneros católicos impusieron su ley y destruyeron la mayoría de las estatuas. Un puñado se salvó y fueron enviadas a Europa, eso sí, mutiladas, castradas como si de eunucos se tratasen. Al díos RAO que ahora se exhibe en el Louvre le pusieron una etiqueta que decía "Ídolo de impureza, del vicio y de la pasión desvergonzada".

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