Anulo mi reticencia a los clichés. La palabra No, era su favorita, y por eso quizás dotó del don de la negación a Cipriano Algor para que no aceptara cegueras que imponían desigualdad y dolor, y por eso, lo convirtió en libertador de los esclavos de una nueva caverna.
Los momentos más vitales son los que requieren, para su comprensión, la explicación más simple por ser la más clara y entendible. Saramago, cuando explicaba lo que era la muerte decía "primero estás, y luego, de pronto no estás".
También se preguntó qué ocurriría si un día la muerte decidiera abandonarnos:
"Al día siguiente no murió nadie. El hecho, por absolutamente contrario a las normas de la vida, causó en los espíritus una perturbación enorme, efecto a todas luces justificado, basta recordar que no existe noticia en los cuarenta volúmenes de la historia universal, ni siquiera un caso para muestra, de que alguna vez haya ocurrido un fenómeno semejante, que pasara un día completo, con todas sus pródigas veinticuatro horas, contadas entre diurnas y nocturnas, matutinas y vespertinas, sin que se produjera un fallecimiento por enfermedad, caída mortal, un suicidio conducido hasta el final, nada de nada, como la palabra nada".
El pasado viernes me llevaron hasta un gran quejigo grandioso, soberbio, no se conoce de ningún otro con ese porte. Frente al quejigo, me vino a la mente la historia que contaba Samarago de su abuelo, y de cómo, cuando sintió acercarse la muerte, se fue abrazando a sus árboles queridos, uno a uno, despidiéndose y lamentándose porque al día siguiente no podría volver a verlos.
Es de incalculable valor tener desde pequeño alguien que te enseñe a amar la vida, a amar la Tierra, forja una manera de entender y construir nuestro devenir por el mundo.
Hoy, ese mundo está más ciego, es más bestia. Falta alguien comprometido que no dejó de opinar desde el respeto y que se embarcó en todas aquellas cruzadas que su corazón y mente conjuraron.
Hace un par de años, le preguntaron a José Saramago sobre lo que necesitaba, sobre si le gustaría pedir algo: "Tiempo, tiempo, vida", respondió.
lunes, 28 de junio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Nube de etiquetas
Isla Cristina
Andalucia
ecología política
marruecos
Colectivo Ornitológico Cigüeña Negra
José Ortega y Gasset
estrecho gibraltar
FAO
José Luís Sampedro
Tarifa
Adam Smith
Antoine de Saint-Exupéry
Antonio Machado y Núñez
Aristóteles
Bertolt Brecht
Borges
Charles Darwin
Fundación Migres
Mario Benedetti
William Ospina
keynes
mohamed vi
Antártida
Cabo San Vicente
Cambio climático
Descartes
Hegel
Javier Reverte
Kant
Nieztche
Paul A. Samuelson
Platón
Porter
Ursúa
ariadna
artemisa
malthus
teseo
Al-Andalus
Alexander Selkirk
Anton Chejov
Calderón de la Barca
Chatwin
Eduardo Galeano
Eigenzeit
Galeano
Gandhi
George Francis Train
Herman Melville
James Joyce
John Elliott
Kundera
Mandelbrot
Mihay Csikszentmihalyi
Moby Dick
Molière
Nabokob
Peninsula Valdés
Proust
Shackleton
Shopenhauer
Smir Restinga
South
Sun Tzu
Séneca
Sócrates
alqueva
goethe
julio verne
lunático
mefistófeles
muñoz rojas
ortega y gasset
tony judt
weber
1 comentario:
Ramón Buenaventura, en su blog, dijo simplemente "ha muerto un hombre nobilísimo". Tú lo has dicho más bello.
Saludos.
Publicar un comentario