Parece que el ojo del huracán se desplaza, ya España no es la atracción favorita de los especuladores, esos que desestabilizan todo un país. Los discursos se consideran más acordes con la realidad y ya no le otorgan ese poder superlativos a unas personas, a unos entes que aún no he conseguido ver leer en ningún periódico, escuchar en ninguna radio, ver en ninguna televisión. Dicen en mi pueblo que en toda familia siempre hubo niños pequeños a los que poder echarles la culpa del tiesto roto.
En todo caso, las fuerzas tienden a equilibrarse y, por ejemplo, hay ahora simetría entre las calificaciones de las agencias especializadas y la percepción del mercado sobre la economía española. Aunque el castigo político internacional parece que sí se produjo, la solvencia de la deuda pública española es muy alta, el país tiene probada su capacidad para devolver créditos, es sólo una cuestión de mantenimiento de la credibilidad, y es obligación del gobierno conseguirla antes del período de vacaciones. En el juego también vale sacar las vergüenzas ajenas: un banco alemán tiene tanto riesgo como toda la banca española.
Y para ganarse la solvencia el gobierno debe hacer efectivas las medidas correctivas y asumir que tenemos que conseguir ajustes de mercado por la vía de los salarios y no por la vía del desempleo. Claro que el dato de desempleados de junio es malo, la cifra psicológica de los cuatro millones son toneladas de psicología, requiere poner en marcha a casi diez millones de psicólogos, que hagan terapia con los miembros de esas familias que no reciben hoy ingresos.
España tiene que asumir que no ha hecho los deberes: han subido los salarios en los últimos años 2-4%, la inflación sigue subiendo y sin embargo la productividad no para de caer. Krugman decía hace algunas semanas que es necesaria una deflación del 15% de los salarios en España. Mientras no se haga, lo seguiremos pagando con desempleo.
martes, 6 de julio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Nube de etiquetas
Isla Cristina
Andalucia
ecología política
marruecos
Colectivo Ornitológico Cigüeña Negra
José Ortega y Gasset
estrecho gibraltar
FAO
José Luís Sampedro
Tarifa
Adam Smith
Antoine de Saint-Exupéry
Antonio Machado y Núñez
Aristóteles
Bertolt Brecht
Borges
Charles Darwin
Fundación Migres
Mario Benedetti
William Ospina
keynes
mohamed vi
Antártida
Cabo San Vicente
Cambio climático
Descartes
Hegel
Javier Reverte
Kant
Nieztche
Paul A. Samuelson
Platón
Porter
Ursúa
ariadna
artemisa
malthus
teseo
Al-Andalus
Alexander Selkirk
Anton Chejov
Calderón de la Barca
Chatwin
Eduardo Galeano
Eigenzeit
Galeano
Gandhi
George Francis Train
Herman Melville
James Joyce
John Elliott
Kundera
Mandelbrot
Mihay Csikszentmihalyi
Moby Dick
Molière
Nabokob
Peninsula Valdés
Proust
Shackleton
Shopenhauer
Smir Restinga
South
Sun Tzu
Séneca
Sócrates
alqueva
goethe
julio verne
lunático
mefistófeles
muñoz rojas
ortega y gasset
tony judt
weber
1 comentario:
¿no hay un poco más de imaginaciñon a la hora de aplicar medidas?
.....comencemos por asumir que la democracia, como nos la quieren hacer asumir nuestros gobernantes, no existe, es decir, casi nada depende de nuestros votos, ya que nuestro gobierno debe plegarse ante las exigencias financieras internacionales...., decía un sabio, "...si esto es vivir en serio, preferimos hacer el indio".
¿Juguamos a imaginar otras reglas de juego?
Publicar un comentario