jueves, 16 de septiembre de 2010

Algunas incoherencias de los convocantes de la huelga

Ayer oí decir a Cayo Lara, coordinador general de IU decir que cada día que pasa, la huelga general gana adeptos y simpatizantes gracias a la labor de pedagogía que ellos y sindicatos están realizando.

Es verdad, a medida que se acerca, parece que el éxito se va asegurando, sin embargo creo que las pistas no van por ahí.

En lo que pienso que los convocantes andan bastante despistados o no quieren reconocer es en las razones que hacen que muchos estén al borde de secundarla.

No es la pedagogía ni la defensa de unos derechos que han tardado siglos en conseguirse, no son cualquiera otras decenas de razones que quieran argumentar. Es el enfado. Cada día que pasa, la población está más enfadada con las instituciones, con sus exjefes, con el sistema. Acudirán a la huelga, no porque tengan la más mínima fe en sospechar que el día 30 pudieran estar mejor. Son plenamente conscientes que en octubre todo seguirá igual o peor.

Irán a la huelga para desaguar su enfado, para apuntarle a su conciencia que, al menos, no puede reprocharles que ellos no estuvieran. Irán a la huelga para que las voces sean mayores e intentar que el mundo oiga que aquí, en España, está la cosa muy mal.

Otros, en cambio, no podrán permitirse ni el lujo de plantearse acudir. Serán esos que a las 6:40 intentarán coger un transporte público y se encontrarán que un señor que cobra casi el doble que ellos y trabaja 20 horas semanales menos, les dice que ese día no arranca, que se tiene que buscar la vida por otro lado.

El trabajador llegará sudoroso unos minutos tarde, pidiendo disculpas y rezando para que la reprimenda sea solo pasajera.

Esos son ya hoy los verdaderos perjudicados de la huelga general. Lo han sido durante años, lo serán el día 29 y lo seguirán siendo en los próximos meses.

Esas son los verdaderos victimas del gobierno, los sindicatos y la patronal, ese lobby narcisista, un verdadero y corrosivo lastre que no se merece este país de currantes.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Los sindicatos actualmente sufren una crisis de representatividad importante. Dos años de negociaciones entre los agentes sociales con el Estado al margen (como debe de ser en una negociación colectiva, al menos en el inicio)en los cuales no ha habido un acuerdo entre sindicatos y patronal, y en la que los sindicatos han roto las negociaciones en numerosas ocasiones. Ha tenido que intervenir finalmente el gobierno para presentar la reforma sin el apoyo de los agentes sociales y, paradójicamente, es la reforma más conservadora que se le conoce a un gobierno de izquierdas. Ahora para recuperar esa representatividad perdida convocan una huelga sin fundamento, ya que la reforma se ha aprobado en el congreso. YO NO VOY A LA HUELGA, y soy un trabajador, no un empresario. No creo en el sindicalismo actual.

NoEsPaTanto dijo...

Por qué será que todos conocemos sindicalistas mafiosos que se jactan de no hacer nada y cobrar por ello... En cualquier otro país eso sería motivo de vergüenza, en cambio estos personajes se permiten el lujo de estar orgulloso de ellos.
En fin, imagino que como en todas partes, también habrá alguno que realmente luche por los trabajadores (la esperanza es lo último que se pierde)

Antonio Aguilera N dijo...

Tienes mucha verdad en tu exposición.



Quizás lo que necesitemos revisar en el concepto de sindicalismo. Creo que en estos tiempos muy distante de la lucha del obrero sobreexplotado y desprotegido de los sumos poderes allá por finales del XIX.

Hoy los sindicatos tienen la misma fuerza y la misma maquinaria burocrática dependiente del sistema, que la patronal y los partidos políticos. Deberían cuestionarse a quien representan si a todos los trabajadores (incluidos los parados) o a unos pocos afiliados