jueves, 30 de septiembre de 2010

El Quinto Elemento

Los golpes del mercado, los meses convulsos de rescisiones de contratos, contracción de la demanda y ajustes del negocio están haciendo variar el perfil de las reuniones de los consejos de administración. Frases como “esconder las vergüenzas”, “los trapos sucios se limpian en casa” van quedando fuera del vocabulario de las rancias aristocracias directivas.


No porque hayan desterrado esa manera de ver los negocios de su cabeza, sino porque a la mesa se sientan también nuevos directivos que han nacido en la era de la información que anteponen la transparencia. Dentro de la empresa, pues quieren saber la verdad para implicarse en los proyectos y tomar decisiones. Y hacia fuera de la empresa, conscientes de que el mercado identifica y da importancia a los valores y la ética.

Hace unos meses escuché decir a Leopoldo Badía que temblaba cuando oía decir que las “empresas tenían que retornar antiguos valores”. Se lamentaba a continuación de que eso suponía que muchas empresas los habían abandonado. Es cierto, la prueba está en cómo la crisis ha zarandeado cuentas de resultados, valoración de acciones, pero también conciencias y modelos de gestión que anteponían valores económicos a cualquier otro.

El precio de haber dejado la ética metida en un cajón está siendo una factura demasiado alta para no pocas empresas. Ésta, no es un éter que flota en el espacio abstracto, no es el quinto elemento mágico, no es el Fuego Celestial que describió Aristóteles. Se trata sólo de considerar la manera en que la organización afronta las relaciones en el ámbito laboral, sus procesos y procedimientos, las implicaciones de las decisiones de sus directivos, sus proyectos de inversión, …, es decir, como modela su identidad corporativa, su cultura.

Es hora de demoler pedestales y barrer arquetipos. Estamos en plazo para aliarnos con compañeros de viaje con los que trabajar de igual a igual. Sin renunciar a la máxima del rendimiento y la generación de riqueza, es buen momento para levantar la vista hacia el horizonte y prestar atención a voces que nos susurran verdades al oído. Escribe Richard Maxwell que “ La escucha activa fomenta el entendimiento. La compresión conduce a una sensación de igualdad. La igualdad promueve la confianza. Y en el mundo de los negocios, la confianza significa dinero en el banco”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Antonio eres un fenomeno siempre escribes verdades como castillos,me gusta leer tus publicaciones.un saludo fenomeno te felicito