lunes, 4 de octubre de 2010

Innovación de ruptura

Sobradamente merecido el reconocimiento que ahora llega. Con retraso, largo retraso, pero nunca demasiado tarde. El Nobel a Robert Edwards, padre de la fecundación in vitro, aunque ya bastante mayor, debe sentirse satisfecho y a buen seguro que recordará a su fallecido compañero de aventuras, Patrick Steptoe.


Ahora en el mundo son mas de 4.000.000 millones, en España, más de 90.000 los antes llamados bebe probeta y ya no es nada raro conocer a personas que utilizan estas técnicas para lograr tener hijos, más del 10% de las parejas tienen problemas de fertilidad, y el porcentaje sigue creciendo.

Es de aplaudir que se consiguiese hace 33 años este avance tecnológico centrado en la medicina de la mujer. Constituye la segunda gran revolución de la medicina. La primera gran revolución fue la píldora anticonceptiva, consiguió separar el sexo de la procreación. Esta segunda revolución ha conseguido separar la procreación del sexo. Además otorga libertad de elección, capacidad de planificación y, sobre todo, cumplir el mayor sueño de no pocos, ser padres. Estadísticamente es la mayor experiencia de la vida.

La revolución en las técnicas médicas que ha supuesto este progreso queda supeditado a la innovación de ruptura que ha supuesto en términos sociales. De una parte, la gran victoria de la ciencia sobre la religión (aunque se resista a admitirlo), de otra el nuevo concepto de familia, de núcleo familiar que hoy es cotidiano pero que impedía a mujeres tener el hijo deseado antes de entrar en edad de riesgo, hacer viable la descendencia a parejas homosexuales, y alcanzar la fase culminante de su relación a innumerables parejas que por cuestiones físicas, la severa naturaleza les había vetado.

Las personas que se acercan a estos especialistas buscan ayuda, pretenden lograr un objetivo superlativo, y se acercan movidos, ante todo por la esperanza, esa que no entiende de imposibles. Felicidades Edwards, felicidades padres, felicidades hijos.

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