lunes, 8 de noviembre de 2010

Libertad de prensa

"El avariento guarda sus talegas, duerme sobre ellas, y al abrirlas para socorrer a la amarilla indigencia, se le engarabitan los dedos sin poder asir un ochavo. La indigencia clama, grita la humanidad, se desgañita el patriotismo. ¡Valientes empeños! Mi hombre clava sus ojos de saeta en sus preñados talegones, los toca con tiento por un lado y por otro y … si no me dexan, dice, Los Levantes mover la mano. ¡Malditos levantes!


¿A dónde se encaminan esas azucaradas peloncitas desempedrando calles, y echando chispas electricas? Van de Levante…fuego! ¡Diantre de viento!"

El 10 de Noviembre de 1810, las Cortes de Cádiz aprobaron el decreto de la libertad de imprenta. Con este gesto, los legisladores no hicieron más que atender a una exigencia de la época, en la que la agitación política hacía imparable la profusión de publicaciones. Con ello nació lo que ha dado en llamarse la libertad de prensa, es decir, la libertad de expresión ligada al periodismo.

Para conocer las inquietudes de aquella época, nada mejor que recorrer las páginas de algunas publicaciones. Arriba reproduzco un fragmento de El Conciso del 8 de Noviembre de 1810, en el que un lector que utiliza el pseudónimo de “El natural del Norte y escritor por El Levante” achaca a este famoso viento del golfo de Cádiz todas las culpas de las conductas impropias que puedan cometerse. Poco ha cambiado desde entonces, en las conductas y en las excusas.

Nuevos medios y tecnologías posibilitan la libertad de expresión, sin embargo los censores e inquisidores modernos también cuentan con potentes armas. Hoy, hoy mismo he podido comprobar como se sigue limitando y coartando este ejercicio que sigue sin ser tan libre y universal como algunos otros medios pretenden hacernos creer.

Mientras algunos poderosos sigan teniendo sus talegas preñadas de basuras e inmundicias, utilizarán su influencia para intentar silenciar las voces y plumas que intentan evidenciarlos. El poder corrupto es la gran losa de la libertad de expresión, de la libertad de prensa.

Los corrompidos tienen que enterarse que siempre existirá gente que los perseguirá con la fuerza de la razón y la palabra. No conseguirán acallarlos, la fuerza represiva les otorga credibilidad, razón y decibelios, cuanto más intentan callarlos, más alto se les escucha. Ánimos, ánimos.

No hay comentarios: