viernes, 5 de noviembre de 2010

Paralizar la escritura

Ridao escribía hace unos días sobre la profundidad del cambio en las relaciones que ha supuesto pasar de escribir cartas a redactar correos. Por su forma y su fondo: "No es sólo el soporte de la correspondencia lo que ha cambiado, sino también el valor que conceden a lo escrito quien redacta y quien recibe". La inmediatez y caducidad de un correo y su traslado a la bandeja de eliminados es el polo opuesto al de una carta de amor plegada y guardada con esmero al fondo del cajón personal.
El vértigo de la página en blanco no ha cambiado, da igual que sea un papel horizontal o una pantalla vertical.

Según Esther Freud, “hay dos cosas que paralizan la escritura: una es preocuparse por lo que pensará tu madre y la otra es empezar queriendo saber cómo se desenvolverá la historia”.

Cada día que pasa aumenta la probabilidad de que mi madre no se incorpore a la lectura online, con lo cual no pensará sobre lo que no leerá. Así pues, sólo queda centrarse en el desarrollo de los acontecimientos, es decir, en ir viviendo.

Por eso díselo, escríbeselo, sin pensar en el medio que utilices, exprésate, como canta Makaroff "cuando tengo enfrente el papel, veo color en el blanco, el bolígrafo es como un pincel, es él el que me va llevando".

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