Vive de las riqueza que la madre naturaleza le ha dado en herencia, esto es la agricultura, que proporciona sustento básico a gran parte de la población, unos 150 millones depresivas, y las riquezas del subsuelo: minerales, gas y petróleo que hace ricos a una pequeña oligarquía que utiliza el poder político para cuajar grandes fortunas con las que construirse grandes mansiones en otros países. Hoy en Rusia, la propiedad, el poder y el sistema represivo lo tienen los mismos.
He tenido oportunidad de conversar con jóvenes rusos en los últimos días, esos que solo encuentran la salida yéndose de su país para labrarse un futuro mejor que el que le promete el actual sistema vigente. Consideran que la maraña que hoy manda allí solo te permite comulgar con ella o evadirte.
Estos jóvenes consideran que la sociedad rusa no está preparada para encajar un verdadero régimen democrático, que pase por la instauración de un régimen de librepartidismo. El pueblo, según me dicen no tiene la conciencia de que puede exigir servicios y responsabilidad pública a cambio de sus impuestos. El sistema sanitario está aun por modelar, hoy Rusia invierte en sanidad el 3% del PIB frente al 8% español, las infraestructuras están por desarrollarse y de la gestión medioambiental mejor no hablar.
Estos jóvenes miran en la distancia, con resignación la realidad de un país que carece de modelo, de futuro, donde los pocos que ostentan la batuta miran por sus intereses, llevándose toda la fortuna que son capaces de amasar al extranjero. Según Alexander Olson, Rusia es uno de los países menos ideológicos del mundo, el dinero es la ideología que ha gobernado Rusia desde la caída del comunismo.
Metelizza habla en su último libro de las desigualdades sociales y de la actual vigencia del modelo comunista que imperó en el país durante muchos años. Dice en una reciente entrevista que ahora empieza a entender a Tolstoi, el mismo que en Anna Karenina dice: “No hay condiciones de la vida a la que un hombre no pueda acostumbrarse, especialmente si ve que a su alrededor todos la aceptan”.
La oligarquía de poder rusa, al igual que otras en el mundo no cesa de evidenciar su estupidez. La verdadera riqueza, el talento, se les evade cada día ante sus ojos de forma sangrante.
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