viernes, 11 de febrero de 2011

Sed de piel

Que los ríos de lágrimas se convierten en ríos de amor no es más que una fantasía alimentada por la esperanza de vivir un futuro mejor.
 
No, las lágrimas se pierden en el mar de la desesperación y tu olvido. El amor crece, como semilla nueva desde el rincón más insospechado, brotando y floreciendo gracias al arte de saber dar y recibir. Hace falta que sea así, que no lleve el lastre de historias pasadas que no harán sino prejuzgar y viciar una apasionante aventura rebosante de vida. Todas las personas tienen derecho a gozar de la frescura de su propia ingenuidad, incluso varias veces en su pasar, como si de de un bucle histórico se tratase.

La evolución antropológica ha generado una sed de piel que es mucho mayor en las personas que para cualquier otro ser vivo. Podemos considerarla una tara o una oportunidad.

No, no estamos hechos para enfrentarnos a la tormenta perfecta de la vida en solitario, es mejor en compañía, en la mejor de las compañías. A ser posible, piel contra piel. Recuerdo como me explicabas la poética teoría para argumentar el origen de tu cariño.

Ríos y ríos de lágrimas, forman ríos y ríos de amor, me dijiste mientras me besabas la frente, luego me dijiste adios.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ningún día es igual a otro.
Cada mañana tiene su milagro especial, su momento mágico
En el que se destruyen viejos universos y se crean nuevas estrellas...