Armas de mujer

Por definición son todas malas, nocivas, dañinas. Las armas, claro. Sólo causan dolor, son destructivas y por tanto deberían enterrarse al modo de los siouxs.

Pero el apellido, la particularidad de que sean de mujer, expresión diseñada a buen seguro por un varón, les otorga una serie de connotaciones atrayentes y seductoras. Las armas de mujer son, para una inmensa mayoría las más bellas, las más evolucionadas, las más complejas, por la que muchos deseamos sentirnos heridos de muerte y poder así, sentir ese suave, cálido y dulce sabor de nuestra propia sangre. Somos legión los que, cual Michael Douglas ansiamos sentirnos acosados por alguien como Demi Moore.

Y ellas las utilizan, vaya si lo hacen. Aunque no sea correcto decirlo en estos tiempos, no conozco ninguna empresa o entidad que no aproveche esta circunstancia de una u otra manera, aunque no se diga, se hace, todos convivimos con ello.

A nivel individual, las directivas ambiciosas causan milagros en las cuentas corrientes de la empresa y de la suya propia. No tengo nada más temido que una chica inteligente, agresiva y atractiva al otro lado de la mesa de negociación.

Considero que es este colectivo, el único capaz de transformar nuestra sociedad hacia un modelo matriarcal como si de modernas amazonas se tratasen. Sería un cambio a mejor, nos vendría muy bien a todos. En la historia siempre se demostraron mejores las civilizaciones matriarcales.

De otro lado sin embargo, soporto cada día menos a las chicas que son guapas, que saben que lo son y que piensan que simplemente por ese hecho lo tienen todo concedido y ganado. Y es que, de nuevo vuelve a cumplirse la regla, no hay nada más horrendo, espeluznante, peligroso, dañino y dantesco que darle un arma letal a un inconsciente.