lunes, 7 de marzo de 2011

La realidad vivida desde la undécima planta

Los asesores y expertos en comunicación del gobierno lo visten de otra manera. Yo sigo diciendo que vamos a remolque, con retraso, a destiempo.


Tras la aprobación el pasado viernes por parte del Consejo de Ministros de una ristra de veinte medidas de ahorro energético y asimiladas, las noticias, los medios de comunicación y nosotros mismos llevamos hablando tres días de, quizás la menos efectiva. Eso sí, como nos afecta a todos, y las señales las podemos ver todos los días en las carreteras, es una cortina de humo perfecta para evitar hablar de otros temas.

Las entidades conservacionistas salieron a la palestra el mismo viernes. Volvían a quejarse de la timidez de las medidas, del retraso en aplicarlas y de lo poco ambiciosas que son. De nuevo en estos tiempos, el medioambiente y la conservación es la más fea del baile. Es secundaria la necesidad que tenemos de parar el despilfarro energético en el que nos hemos metido y que está acabando con la calidad de vida del planeta. Total, su gestión va a quedar para futuras generaciones.

Entre las veinte medidas, hay algunas que suenan a broma, “Fomento del transporte público”, otras parecen buscar la irritación: “Racionalización del consumo energético de las Administraciones”. Alguna otra llega a producirme hasta vergüenza ajena: “Plan de eficiencia energética en la Red de Carreteras del Estado”.

El fomento del transporte público debe hacerse como obligación del estado, por ahorro, por contaminación, por modelo de vida, por eficiencia; los planes de movilidad de ciudades y autonomías llevan gastados millones de euros; eso sí, algunos equipos de gobierno empiezan a reducir el gasto en vehículos oficiales; a buenas horas.

La racionalización del consumo energético de las Administraciones tiene que ser una restricción, un obligado cumplimiento. Aquellos responsables de edificios, de centros e infraestructuras públicas que no la estuviesen ya llevando a cabo, tienen que ser cesados.

Ahora bien, lo de la eficiencia energética de la red de carreteras, es sangrante. Ha salido el ministro del área, José Blanco, a decir que se va a reducir la factura del consumo energético a la mitad. Desde los 50 millones de euros actuales a 25. Y no se le ocurre ni pedir disculpas, ni dimitir. Pero ni a él, ni a los otros varios que han estado antes. Resulta que llevamos gastando el doble de lo necesario desde hace tiempo y, ¿no pasa nada?

Las llamadas, “medidas de ahorro energético” no hacen sino confirmarme una realidad que estoy palpando todos los días: el distanciamiento entre la realidad que está viviendo/sufriendo el ciudadano español y sus instituciones. Los gobiernos municipales, autonómicos, estatal, parecen estar en una especie de undécima planta a la que no llega el ruido de la calle. Sólo cuando abren la ventana y afinan el oído les llega un rumor de fondo, pero ininteligible, por eso siguen gestionando y gobernando para ellos mismos.

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