lunes, 11 de abril de 2011

Apelar a la Vergüenza

Valiente y, eso sí, apurado por la necesidad. Decisivo el gesto de un comerciante lepero que avisa a su clientela morosa que será publicado su nombre en caso de que no se cubra la deuda que tienen con él.


No ha marcado plazo límite, pero la intención queda clara en el cartel que ha publicado en el escaparate de “El desavío de Paula” situado en la arboleda lepera: “Entiéndalo no le puedo fiar mas. Ya he perdido su confianza, su amistad, mi dinero y el pan de mi hija. Si tiene algo pendiente en esta tienda le ruego póngase al día. Caso contrario será publicado su nombre aquí, de la misma manera que lo esta leyendo.”

Encierra mucho fondo la situación de Santiago y su familia, tristemente similar a la que viven demasiados hogares, ellos han decidido hacer pública y notoria. Es la historia de una familia trabajadora y emprendedora, sacrificada al tener que estar al frente de su negocio 14-16 horas al día, siete días a la semana, que ofrece un servicio básico a su barrio, a sus vecinos, a sus amigos. Esos que, quizás por necesidad imperiosa, han apelado a la confianza mutua para retirar productos esperando con el próximo ingreso cubrir la deuda pendiente. Dinero que tarda en llegar, y cuando lo hace no es suficiente para tapar todos los agujeros.

Como muestra el anuncio, el momento que está viviendo el barrio ha roto lazos de confianza, amistad y discreción. El ambiente está enrarecido en la zona, al igual que en otras muchas en tantos pueblos y ciudades. El espíritu solidario ha dado paso al momento egoísta que permita la supervivencia. El círculo de protección de cada uno se reduce, hay que dejar de pensar en el barrio y centrarse en la familia.

Espero que Santiago publique los nombres de aquellos que aún no han hecho caso del cartel (ya ha logrado cobrar el 40% de la deuda original). Por ser consecuente por un lado, pero sobre todo porque es necesario desenmascarar a los caraduras, aunque algunos necesitados de verdad tengan que reconocer públicamente su mala situación. Estos últimos no deben sentir vergüenza si han sido honrados, al contrario, podrán vivir su situación actual con dignidad, el conocimiento de ella puede hacer que terceros le ofrezcan ayuda.

Otros sinvergüenzas si que se merecen vivir un escarnio público que les impida abusar del prójimo. Las reglas de la convivencia social se están ajustando de manera sorprendente y rápida a la presión económica, las reglas del juego en el ámbito social se transforman, el ejemplo lepero es el primero, otros irán llegando.

1 comentario:

Anónimo dijo...

magnifica respuesta la de este comerciante lepero. espero que salgan muchos así, porque muchas veces, nos pasamos con la caradura, y yo también me meto en la gran bolsa, porque si no es con el comerciante de la esquina, es con tu madre porque si, sino con algún hermano o amigo,... siempre terminamos pidiéndole al de enfrente y casi siempre sin necesidad.
Saludos.