Hoy me he dado un paseo por la marisma. Las fechas son ideales para aprovechar amaneceres y atardeceres. Ya los días van acortándose, la luna de agosto crece y las aves, que van finalizando su ciclo reproductor, van tomando sus rutas migratorias hacia el Sur.
La marisma de Isla Cristina es afortunada, está en el suroeste de España, al borde del mar. Es un lugar idóneo para las aves que, procedentes del norte buscan reposo y comida. En estas fechas de agosto llegan a esta marisma las que han criado en el Paleártico superior, pueden verse numerosas especies procedentes de hasta una treintena de países, aquellos que, al norte, están en el arco comprendido entre Islandia y Rusia.
Hoy mi objetivo eran las gaviotas, que por centenares descansan en los muros de las salinas cuando la marea está alta. El área de marisma es amplia, incluye distintos ecosistemas, hay que elegir, esta tarde he optado por mirar con detenimiento a las gaviotas.
No quita que no haya mirado otros pajaritos que se van cruzando en el camino. Anades, cigüeñuelas, avocetas, garcetas, garzas, archibebes, vuelvepiedras (un inusual bando de unos 80), charrancitos, flamencos, espátulas, agujas, un precioso chorlito gris en plumaje nupcial, zarapitos trinadores, chorlitejos patinegros y grandes, correlimos tridáctilos, comunes, menudos, zarapitines (estos últimos se ven casi de forma exclusiva en estos primeros días de agosto), …
Yo iba a ver gaviotas, y el éxito estaba al alcance de la mano, casi eran un manto blanco y gris sobre los muros. Sólo consistía en dar un buen rodeo y no asustarlas, acercarse a contraluz y evitar movimientos bruscos y ruidos. La gran mayoría son gaviotas patiamarillas en esta época, pero ya van llegando muchas sombrías, aún quedan reidoras, y rebuscando se encuentran cabecinegras, picofinas y de aouduin, mis favoritas en esta zona, con ese estilizado aspecto, ese manto plateado, esas patas caoba y ese pico de un llamativo e intenso rojo coral. Hoy he estado de suerte, había unas 150.
Los obsesos de las gaviotas no se quedan ahí y miran el detalle de cada individuo intentando localizar subespecies, jóvenes de especies raras, singularidades, fases de muda, cromatismos de los iris. Reconozco que no llego a tanto. Por mi parte, hoy me he dedicado a buscar anillas.
Los científicos, colocan a algunos ejemplares unas anillas especiales en las patas, que no le hacen daño al animal y permiten, mediante su lectura a distancia conocer el historial del ave. Cada anilla es única, como si fuese una matrícula, nos indica con su lectura, y consultando la base de datos, el lugar donde el ave nació o fue capturada, en que fecha, quien es el responsable de su seguimiento, y sobre todo su historial. Cada vez que un observador la localiza, el dato queda registrado.
He podido leer algunas anillas, de una gaviota patiamarilla marcada en Suecia hace 8 años, de una gaviota sombría marcada en Holanda hace 6, una patiamarilla marcada en Noruega hace 7, gaviotas de aouduin marcadas en Italia, Chafarinas y Almería.
Había también un flamenco anillado. El “chico”, porque es un macho, fue anillado en 1992 en Fuentedepiedra (Málaga) y ya era adulto, así que el susodicho está ya al menos en los 24 años, toda una proeza, muchos miles de kilómetros lleva ya a sus espaldas. Una espátula marcada en las pajareras de Doñana hace 9 años y que ahora está criando en nuestra marisma. He solicitado información al Centro de Migración de Aves pues tengo varias lecturas de anillas de otras aves para las que no consigo localizar su historial.
Al caer el sol, se calmó el viento. Poco falló hoy. A los amigos que vienen a visitar la zona, aficionados a estos temas, suelo decírselo: la marisma es muy agradecida, con poco esfuerzo, los premios son grandes.
Hace un par de días, charlando con los responsables del área de medio ambiente del ayuntamiento de Isla Cristina, me preguntaban qué se puede hacer para potenciar las marismas, para ponerlas en valor, para que adquieran renombre. Son bastantes las ideas y numerosas las opciones. Una que hecho en falta es la colaboración con entidades científicas para que estudien la zona para que traigan aquí a sus científicos. No se incentiva a estudiantes para que elaboren tesinas, los pocos que lo hacen es por iniciativa y voluntad propia. Podría firmarse acuerdo de colaboración para realizar campañas de anillamiento de aves, seguimiento específico de cuadrículas, identificación de especies animales vertebrados e invertebrados, de flora. Ese camino es duro, y los frutos se recogen a largo plazo, cuando los resultados de los trabajos científicos se publican y se divulgan, como contrapartida, es una apuesta segura. El rigor del trabajo científico es un aval internacional.
Hoy ha sido un día fantástico en la marisma. Mañana probablemente también, y lo mágico de este rincón es que, a buen seguro el día de mañana será diferente, pues muchas de las aves que hoy han recalado por aquí, mañana estarán pisando terreno africano, y a Isla habrán llegado otras que hoy estaban mucho más al norte.
1 comentario:
Magnifico. Solo te faltó poner una foto para que el contagio sea total. Gracias¡¡ fod. Isabel
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