jueves, 11 de agosto de 2011

No fue en balde


En medio de la barbarie no dejó de ser otra más de las miles de muertes absurdas que se producen en los enfrentamientos entre hermanos. De esa hacen ya 75 años, lamentablemente hoy se habrán producido demasiadas en similares circunstancias en este mundo que nos contiene.

Ha habido un acto de homenaje, de sentido recordatorio. Cordial, discreto, respetuoso, ceremonioso, entrañable, casi íntimo, como ha dicho algún orador.

Se ha recordado su vida, y sobre todo su obra, truncada de las peores maneras, a base de balazos en el pecho. Manolo Medina ha exaltado su carácter ético, conciliador, integrador. Nada de eso le valió en una espiral que dejó sin vida a muchos y sin sentido de la vida a muchos más.

Dicen que pudo producirse sobre esta hora en la que escribo. Aunque los datos no son certeros, el fatal desenlace pudo producirse en esta taciturna hora. Estoy en carretera de Carmona. Silencio, luz de luna, las lágrimas de San Lorenzo salpican el cielo, aire que llega desde Huelva refrescando la dura tarde de solano. Cierto escalofrío definitivamente inevitable sube y baja ante la idea de que aquella noche pudo ser muy similar. Ver la misma luz, sentir el mismo aire hacen brotar preguntas que se quedarán para siempre sin respuesta.

Gracias a la riqueza y complejidad de su obra, su discurso es utilizado a interés por diversas corrientes políticas en nuestros días. Sigo echando en falta que alguna se apropie de una frase que ya pronunció en 1920 “La crisis que estamos pasando no es política ni económica, es crisis de humanidad”.

Su hija tomó la palabra para cerrar el acto. Aplastaban las emociones a las palabras. Entre las que si pronunció, una frase que debería aprenderse todo aquel que tenga acceso a un gatillo: “Pudieron fusilarlo pero no abatirlo ni humillarlo”.

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