Los amigos con los que había quedado me habían dado las señas. A medida que me acercaba a la calle, las dudas me fueron asaltando. A la vista de los coches oficiales, chaquetas, corbatas, trajes, uniformes de la gente que por allí estaba, todo me hacía pensar que mi indumentaria de pantalón corto y cholas no era lo más adecuado.
No me había hecho la idea de que la actuación a que acudía fuese tan solemne, ni terminaba de encajarme con los gustos y predilecciones del grupo de amigos, así que pregunté al primero que me dio impresión de ser de la zona. “A la espalda de esta calle”, me alivió.
Coincidencia de que en un lugar cercano hubiese convocado un acto lírico al que acudían todas las autoridades (luego me enteraría). Singularidades de la sociedad sevillana, como después se puso de manifiesto en el escenario.
Afortunadamente, mis expectativas se cumplieron y la Sala El Cachorro ofrecía un aspecto de lo más amigable. Puertas abiertas, luz de invitar a entrar, música de alegrar el espíritu, ambiente de lo más conciliador.
¡Vaya rato de diversión y humor inteligente que compartimos con Os Reverendos!. Aún estoy saboreando el raudal de verdades empaquetadas con humor, y también el gazpacho casero con el que nos agasajaron en la calurosa noche sevillana.
En algo más de una hora, gracias a un no parar lingüistico y gestual, adornado con los más inverosímiles accesorios no dejan títere con cabeza. No se salva ninguna religión monoteista, ningún partido político, ningún estereotipo y tampoco ninguno de los clichés de la sociedad andaluza en la que viven.
Altamente recomendable, espero que sigan programando el espectáculo en el siguiente otoño, repetiré. Te hacen pasar uno de esos pequeños ratos que no debemos permitirnos el lujo de desperdiciar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario