jueves, 8 de diciembre de 2011

Una de pingüinos

Los efectos de animación y la técnica utilizada, deslumbran, la banda sonora está esmeradamente seleccionada y sólo se hace aburrida en un par momentillos. Aunque la crítica especializada la vapulea tachándola de secuela casi insoportable, no creo que eso les duela a guionistas y productores, no creo que pretendiesen ir más allá.

Happy Feet 2 es un gran entretenimiento de pequeños y grandes. Para ambos géneros hay dosis importantes. La peli, trabaja valores importantes como el esfuerzo, la singularidad como valor, la importancia de la unidad familiar y el trabajo en equipo entre otros. Y tiene gaps que hacen reír al adulto mientras el pequeño lo mira con cara sorprendida preguntándose, qué se me ha perdido.

Hay que verla en versión original, eso sí, de nuevo el doblaje en castellano cuela voces que chirrían en algunos personajes, y el diálogo pierde frescura y muchos matices. Además de evaporarse, por otro lado, las intervenciones en las voces de importantes actores de habla inglesa.

Will y Bill, mis dos nuevos héroes, son doblados por ejemplo por Brad Pitt y Matt Damon respectivamente. Will y Bill son krill, unas diminutas gambas que viven en los mares antárticos en bancos de millones de ellos, comen pequeñas algas, y a su vez son el principal alimento de numerosas especies de peces y ballenas.

Will y Bill viven en medio del banco de krill, toda su vida han estado rodeados de congéneres, les han dicho que son iguales al millón de individuos que componen el banco, que no hay nada más allá, que su lugar está en el seno del grupo. Un día deciden tomar una dirección distinta, deciden nadar contracorriente, se lanzan en busca del destino y respuestas. Los diálogos de estos dos pequeños camarones resultan estimulantes e inquietantes.

Resulta muy vivificante que la reflexión se cruce con la diversión, tener la guardia bajada ofrece colores distintos en el paisaje del pensamiento. Os animo a disfrutarla.

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