Hubo algunos momentos en que el estruendo, mezcla de ritmo,
sabor, ímpetu y jaleo salía por las cortinas de acceso a la sala. Una pena pues
ahogaban el bonito tono de la cantaora. Si lo miramos en sentido positivo,
cuando se convertía en el instrumento principal de la melodía, las cuerdas
vocales de Argentina, brillaban con luz propia.
Preciosa noche la que nos dedicó la choquera el otro día en
el Lope de Vega. Suerte de intuir que iba a ser así y proponerme no dejar de
ir.
Hicimos un viaje por el cante como nos proponía el título
del espectáculo, un lindo recorrido por palos muy singulares y no siempre
suficientemente valorados. No todos están hechos para su garganta, y no con
todos consiguió enganchar y transmitir lo suficiente, pero el derroche de
técnica y estudio del buen flamenco merece un digno elogio.
Emocionada, transmitió gratitud a la buena acogida del público.
Tuvo su momento reivindicativo, pidiendo que no se use la palabra “flamenkito”,
y demostró por qué.
Hizo un recorrido por la Andalucía más
flamenca y nos regaló una magnífica ejecución de palos muy difíciles y que
dejaron entusiasmados a los más exigentes. A riesgo de no ser exhaustivo los
citaré: caña, palo, malagueña, garrotín, tarantos, piyayo, serrana, peteneras,
abandolaos, solea de Triana, bambera, murciana, taranta de Linares, bulerías,
soleá, martinete, milonga catiñas, fandangos,..
Gracias por refrescarme las bondades de un difícil arte. Aunque sea un poco en lata, lo mejor es escucharla un ratín:
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