martes, 6 de marzo de 2012

Falla, algo falla, seguro segurísimo

Si el orden puede asimilarse a lo acertado y el desorden a lo incorrecto. Cuando paseas por el mundo y te lo encuentras desordenado, algo falla, algo no funciona.
En las últimas semanas, he podido ver como, ahora que se activa la naturaleza con la llegada de la primavera, y se incrementan las labores del campo, cada vez son más frecuentes las cuadrillas numerosas de jornaleros en sus faenas.
No sería mala noticia si no fuese porque esas labores que ahora se están haciendo a mano, en los años anteriores se estaba haciendo de forma mecanizada, la hacían tractores y máquinas especializadas. Puede haber dado la casualidad, claro, dejemos el margen de la duda.
Pero cuando al empresario, al gran agricultor puede resultarle más práctico, más fácil, más rentable contratar a toda una cuadrilla antes que a una maquinaria especializada algo falla. Y no porque esté en contra de que se genere empleo y jornales, nada más lejos. Lo que no podemos olvidar es que la tecnología, los avances tecnológicos y mecánicos tienen que estar al servicio de la productividad y de la rentabilidad, ahora más que nunca, ahora que el precio de la tecnología baja cada día y el acceso a su uso es cada vez más fácil.

No me valen las explicaciones de subidas de precios de combustibles y costes indirectos. Los costes de los insumos productivos son trasladados relativamente rápido a los precios de venta de los productos. No me vale dificultad de acceso a la maquinaria, ahora que tienen menos carga de trabajo que nunca.

Vuelve a ser válida la reflexión de Adam Smith. La acciones de los empresarios, del mercado es una cuestión de causa-efecto y ellos velan por lo mejor para sus explotaciones y su negocio. No es una cuestión micro, es un problema macro, de configuración del sistema. Alguien la está liando por ahí arriba y las consecuencias vuelven a sufrirse abajo.

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