jueves, 24 de mayo de 2012

El Amazon Financiero, tiemblo de pensarlo


Demasiado manoseada tenemos a Amazon de tanto usarla como ejemplo de empresa a seguir. No faltan razones, lo hacen genial pero no es el modelo, el referente a seguir para todo, creo que aún no tienen en su catálogo las Tablas de Moisés.

Muchas entidades bancarias están trabajando para ser los primeros en convertirse en un Amazon Financiero. Se lo he escuchado decir a un alto directivo del Santander, Fernando boza. Al parecer, los departamentos de desarrollo de las entidades financieras están trabajando de manera entusiasta y contrarreloj para lograrlo. No e más que una carrera vital para alcanzar una ventaja competitiva crucial, razonable en términos de mercado, explicó.

Sería terrible, pensé. Como cliente es malo, porque tanta supremacía de una entidad borra del mapa al resto de competidores, mutila la oferta, domina el sector y establece las reglas de juego. Su ventaja impide que otros jugadores diversifiquen y enriquezcan la oferta visible para el cliente. Las sinergias y eficiencias del Amazon de ocio actual son percibidas como mejora del servicio para el cliente, y ya pocos se preocupan siquiera de buscar en otro sitio. El mismo efecto tendría desde luego en caso de productos y servicios financieros: el cliente medio (mundial) tendría un único proveedor de referencia.

Sería muy terrible, pensé. Como ciudadano, la presencia de un Amazon financiero me hace temblar. Y no, por el ya demostrado objetivo especulativo, sin sentido y sin futuro que han demostrado tener ciertos banqueros, poniendo después sin vergüenza la mano para pedir rescates. Tiemblo, porque un Amazon financiero se convertiría de facto en un ente con un poder mundial sin precedentes. Controlar a quién se le presta dinero y en qué condiciones supondría un órdago brutal a muchos modelos de gobierno, a muchos proyectos de estado, a muchos esquemas sociales y comunitarios.

El fin, el objetivo de un Amazon financiero a buen seguro, tendrá poco que ver con estrategias políticas puestas en marcha por gobiernos y sociedades tan dispares como Níger, Canadá, Turquía, India o Uruguay. Y las condiciones, parámetros y esquemas de funcionamiento estarían dirigidos sin control externo por esos que nunca nos han sido presentados, los mercados.

Creado un Amazon financiero, solo falta un tris para que esa compañía marque el precio del dinero, los tipos de interés, la inflación y la competitividad de los países. Tocará entonces rescribir los tratados de macroeconomía.

Las compañías financieras siguen pensando de la misma manera que hace 15 años, ser más grandes, tener más beneficio, acaparar más poder. Un buen trozo de la crisis actual puede explicarse con esa manera de proceder de las empresas. Aprendamos, no es el camino. Utilicemos la tecnología, aprovechémosla para prosperar, pero no las utilicemos como palanca correr más rápido hacia ninguna parte, alguien debería impedirlo.

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