Lo han
vuelto a hacer. Y han triunfado. El éxito de las empresas en momentos
complicados pasa por poner en marcha acciones arriesgadas e innovadoras respecto a su
modelo de negocio tradicional, pero que, de forma simultánea, otorgue valor, ventajas y
servicios a sus clientes y al mercado.
Ayer
primero de mayo, Pingo Doce volvió a abrir. Es la segunda vez que lo hace. La
primera fue el año pasado, causando un gran revuelo pues era una acción que
parecía ir contra sus principios declarados. La empresa lanzó entonces una
campaña de comunicación para explicarlo. No todos lo entendieron, incluso a su
clientela habitual le cogió por sorpresa la iniciativa. Ese día, hablé de ello.
En el
día de ayer usaron dos importantes herramientas de política empresarial: La
quizás mejor oferta posible para los clientes (50% del valor de la compra si
era superior a 100 €), y un horario de apertura reducido. Dos medidas que
inciden sobre los dos grupos de influencia directamente afectados por la
apertura en un festivo, clientes y trabajadores, alineando los intereses y
objetivos de ellos.
En unos
momentos en que la situación económica y social de Portugal pasa por sus
momentos más duros, con los más altos porcentajes de paro de su historia
reciente, un descenso importantísimo del consumo y con las familias con un
poder de compra absolutamente mermado, las empresas portuguesas que aún
sobreviven pasan por un situación especialmente crítica.
La noticia ha saltado a los medios de comunicación debido al acontecimiento social en que se convirtió la apertura ayer de sus tiendas. A
continuación, algunas imágenes de cómo estaban las estanterías a la hora de
cierre, las 18:00 horas. Juzgad vosotros mismos si Pingo Doce es ejemplo de
éxito empresarial.
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