jueves, 13 de septiembre de 2012

Prestaciones sociales sin crecer. Si, es posible


Las declaraciones del ministro de economía hacen referirme a esta idea, que ya he defendido en esta misma página desde diversos ángulos a lo largo del tiempo.
Decía Luís de Guindos, que el objetivo principal de la política económica del gobierno es hacer crecer la economía para que pueda generarse empleo, pues tras cinco años sin hacerlo, si no se consigue en breve hacer crecer el PIB español, no podrán mantenerse las prestaciones sociales de los ciudadanos.
La premisa no es nueva, al contrario, es uno de los pilares de las tesis neoliberales que imperan en Europa desde hace años y son, precisamente las que nos han traído hasta aquí, son las que no están ofreciendo soluciones a los problemas actuales y, lo que es peor, pueden ser las que nos lleven a una situación mucho más precaria que la de hoy.
La calculada bomba de relojería colocada por el ministro en la conciencia general irá estallando en distinto momento, en diferente lugar, allá en donde a cada uno nos llegue el límite. Y mientras tanto, seguiremos escuchando en los noticieros que seguimos en recesión con el famoso índice del PIB que algunos quieren convertir en la punta de lanza que rompa la burbuja del pesimismo, aún a sabiendas que nunca lo será. La línea de la economía española va camino de convertirse en un historial clínico de encefalograma plano.
La premisa de que el crecimiento es imprescindible para mantener los servicios sociales parte de un concepto de generación y distribución de la riqueza anclado en esquemas que se implantaron hace muchos, demasiados años, cuando el mapa político, económico, social y bélico era muy diferente. Hoy por suerte la realidad es distinta. Las mejoras tecnológicas, los avances sociales, educativos, logísticos, incluso de pluralidad política permiten otros planteamientos, ideas que, de otra parte se vuelven necesarias e imprescindibles para los próximos decenios.
Existen líneas de pensamiento que definen premisas de partidas y propuestas concretas, la escuela del bien común, la teoría decrecentista, la teoría económica alternativa, la teoría de los fondos derivados, la economía solidaria, la teoría económica comprensiva o la ecología política son sólo algunos de los ejemplos en donde pueden encontrarse conceptos que llegan a ser de sentido común para algunos, pero revolucionarios si se habla de su implantación real hoy.
Sin afán de demoler la configuración actual del estado y de Europa, es necesario considerar cuanto antes que las políticas neoliberales actuales no sirven, al contrario, resultan nocivas para gran parte de la población, para gran parte del tejido productivo. Es, desde luego, un mal negocio que una amplia mayoría de la población y las empresas, los contribuyentes que en definitiva sostienen el país, vayan a remolque del sistema en vez de empujarlo.
Es necesario una redefinición de la política fiscal, la progresión de impuestos, el panel de impuestos directos e indirectos, redefinir la tasa impositiva real según el perfil del contribuyente, a la vez que se hace necesario actualizar las reglas del juego en el ámbito mercantil que hoy en día hacen del espacio jurídico español una amalgama de normas impracticables que entorpecen a los ciudadanos y a la propia administración pública.
Vamos tarde, y no en su diseño e implantación, en realidad vamos tarde en concienciarnos de que puede ser posible, aun tenemos, la sociedad española tiene, los ojos demasiado cerrados, debe abrirlos, bien para  tomar conciencia de que no tiene que ser la única verdad, la única opción la que nos quieran vender en los noticieros y que merece la pena y es posible intentar abrir otros caminos, vías, que por cierto, pueden pasar por una mayor participación e integración de la sociedad civil en las estrategias políticas.
Es hora de ponerse, es momento de que nos pongamos todos manos a la obra, la suma de las partes es lo que hace el todo.

1 comentario:

tumbabuey dijo...

Es hora de equilibrar esos grandisimos desequilibrios....