Siguen amándose, apasionada y eternamente en cualquier
rincón del mundo, y es que la historia de la mitología griega que habla de
Endimion y Selene no tiene final.
Ambos podrán disfrutar de su amor siempre que el sueño les
acompañe, y es que el pastor goza de eterna juventud cuando duerme, y ella
diosa, Luna ya poseía la eternidad.
Pintura de Edward John Poynter |
La historia a pesar de tener un final infinito, tuvo un
comienzo muy parecido al que muchos parecen vivir cada día, cada noche. El
pastor, llegado el final del día, cansado de una larga jornada, encontraba la
paz, el descanso y la felicidad mirando a su diosa, la reina de su noche con
luz de plata que todo lo inunda. La mira pero sabe que no podrá alcanzarla
nunca, por eso cierra los ojos tras mirarla con intensidad y arrastrarla con el
hasta su sueño. Y ella, de otro lado, desvelada, sola en su plenitud y altura,
espera a que duerma para descender junto a él y poder amarlo en su sueño.
Ellos acabaron encontrándose e hicieron realidad sus sueños.
Endimión despertó una noche mientras Selene lo amaba, con su repentino
despertar cuajó su sueño. Y la diosa, en ese momento, se sintió mujer, y le
gustó.
Selene seguía siendo diosa, pero el hombre Endimión tenía el
tiempo limitado. Ambos no querían que aquello acabase nunca. Selene consiguió
que Zeus concediese la eterna juventud a Endimión a costa, eso sí, de tener que
disfrutarlo para siempre mientras él duerme.
Nunca supe de mejor motivo para cerrar los ojos y echarse a soñar.
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