viernes, 26 de octubre de 2012

Selene


Siguen amándose, apasionada y eternamente en cualquier rincón del mundo, y es que la historia de la mitología griega que habla de Endimion y Selene no tiene final.
Ambos podrán disfrutar de su amor siempre que el sueño les acompañe, y es que el pastor goza de eterna juventud cuando duerme, y ella diosa, Luna ya poseía la eternidad.
Pintura de Edward John Poynter
La historia a pesar de tener un final infinito, tuvo un comienzo muy parecido al que muchos parecen vivir cada día, cada noche. El pastor, llegado el final del día, cansado de una larga jornada, encontraba la paz, el descanso y la felicidad mirando a su diosa, la reina de su noche con luz de plata que todo lo inunda. La mira pero sabe que no podrá alcanzarla nunca, por eso cierra los ojos tras mirarla con intensidad y arrastrarla con el hasta su sueño. Y ella, de otro lado, desvelada, sola en su plenitud y altura, espera a que duerma para descender junto a él y poder amarlo en su sueño.
Ellos acabaron encontrándose e hicieron realidad sus sueños. Endimión despertó una noche mientras Selene lo amaba, con su repentino despertar cuajó su sueño. Y la diosa, en ese momento, se sintió mujer, y le gustó.
Selene seguía siendo diosa, pero el hombre Endimión tenía el tiempo limitado. Ambos no querían que aquello acabase nunca. Selene consiguió que Zeus concediese la eterna juventud a Endimión a costa, eso sí, de tener que disfrutarlo para siempre mientras él duerme.
Nunca supe de mejor motivo para cerrar los ojos y echarse a soñar.
 

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