miércoles, 7 de noviembre de 2012

Un santo varón


En el principio él se deleitó de ella”. La frase no requiere de explicaciones añadidas , el acto, relatado en pasado, está ya consumado y poco podemos hacer por él o por ella. Si añadimos que ella tenía la luna bajo sus pies, porque así lo describe el libro del  Apocalipsis, y que eran observados por un puñado de ángeles y querubines, la escena puede empezar a desconcertarnos.

Y es bien cierta. “In principio dilexit eam” es el rótulo que aparece en el cuadro de Murillo titulado “El triunfo de la Inmaculada Concepción”, elaborado para la iglesia de Santa María La Blanca por encargo de Justino de Neve.

Cuando tengo oportunidad de pasear por esos pasillos, esos claustros y estancias de techos altos, llenas de silencio, tranquilidad e historia, donde las paredes están vestidas con esas obras de arte, magistralmente llenas de ternura y belleza, sitios en los que otrora se retiraban los monjes y sacerdotes a dedicarse a su vida espiritual, lo siento, pero no puedo evitar acordarme de Alberto Pérez y su “Santo Varón”.

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