domingo, 2 de diciembre de 2012

Malena y Klepetan


A menudo puede que os preguntéis, como yo, por qué os cautivan tanto las cigüeñas. He topado con la historia de una pareja de cigüeñas blancas croatas que bien puede ofrecernos algunos argumentos.
Es una historia de generosidad y dedicación que bien pudiese haber conocido Pedro I el Cruel cuando asediaba a Doña María Coronel y que acabó con tan fatales consecuencias. Saco este caso en el aniversario del fallecimiento de la doncella sevillana.
La historia de las cigüeñas blancas de Croacia, en concreto de la ciudad de Slavonski Brod, es realmente tierna. Ella fue herida por un cazador en 1.993, cuidada por Stjepan Vokic pudo salvar la vida aunque no ha podido volver a volar. Stjepan le construyó un nido en su tejado, incluyendo una rampa hasta la buhardilla por la que puede subir y bajar para refugiarse en los fríos y duros meses de invierno.
Malena, que así se llama la cigüeña, tiene pareja desde hace diez años, Klepetan, que si puede volar y cada año hace la migración de unos 14.000 kilómetros desde Croacia hasta Sudáfrica.
Malena es cuidada y alimentada por Stjepan durante los meses de invierno, incluso le acompaña en sus quehaceres diarios. Cuando llega la primavera, Malena sube al tejado y espera la llegada de su amado, Klepetan que acude en marzo, puntual a su cita después de haber recorrido medio mundo.
Durante la primavera Klepetan alimenta a Malena, realiza aportes al nido y cuando nacen los polluelos lleva comida para todos. Este año de 2.012 han sacado adelante cincopolluelos y la descendencia de la pareja ya supera la cuarentena de polluelos.
Al igual que la escena del reencuentro es absolutamente tierna, en otoño se produce una no menos traumática. Llegado el momento de la partida, Klepetan, según los que han podido verlo, parece llamar insistentemente a Malena, en un gesto  en el que parece rogarle que lo acompañe. Acaba yéndose de nuevo solo llamado por ese impulso irresistible de la migración. Malena, pasados unos días, vuelve a descender la rampa del nido hacia la casa de Stjepan.
Klepetan cumple con su ciclo vital migratorio y volverá siempre, puntualmente y hasta el final de sus días al nido con su pareja, la que será de por vida. Malena ante la imposibilidad de volar permanece en ese rincón croata todo el año. El ciclo se lleva repitiendo diez años. Sin necesidad de conceder sentimientos y pensamientos humanos a los animales, aún tenemos pendiente aprender demasiadas cosas de ellos.

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