Mirar al año que ya camina como si de un gran puzle se
tratase puede convertir el calendario que acabamos de colgar en la pared en un
gran reto.
Un puzle con un monumental puñado de piezas y algo singular
pues no todas parecen tener el mismo tamaño y textura. Así, podemos encontrar fragmentos
que en la mano se nos asemejan a pedruscos, y otros a diamantes finamente
tallados, unos minúsculos, de esos que parecen estar deseando extraviarse y otros
enormes que rápidamente sabemos dónde los vamos a colocar.
Piezas de todos los colores. Negras, que se le va a hacer,
blancas, ilusionantes, y también del resto del espectro del arco iris. Piezas que
al ir buscando su sitio, formarán espacios donde predomine la luz, el colorido
y la alegría, y espacios en los que vence la sombra, y como si de un retrato
barroco se tratase, la pesadumbre.
Al abrir la caja de un puzle y observar esa amalgama de
trocitos aparentemente inconexos nos viene un espontáneo resoplido. No obstante,
todos ellos esperan una mano templada
que rompa su estado inerte, descompuesto y carente de sentido para otorgarle
eso mismo, sentido, utilidad, espacio propio.
Cada pieza tiene su sitio, ninguna sobra, su hueco no lo
podrá cubrir ninguna otra por similar que nos pueda resultar en principio. Tampoco
hay ninguna más importante que otra, nadie ni nada puede ser desestimado porque
todo aporta.
Montar un complejo puzle requiere paciencia, pero sobre todo
templanza, constancia y atención, como el año que resta por vivir, este 2.013
que ya anda y nosotros con él. Nuestras piezas, las de cada uno, las del plano
personal, las del profesional, las del social, las de tono económico, las de
color del amor, las que llevan los bordes de la amistad, ya están en la mesa
esperando que las cojamos y vayamos poniéndolas en su sitio.
Cuando lleguemos al final del año el puzle deberá estar
terminado, no olvidemos que cuando lo miremos, estaremos viendo nuestra vida.
1 comentario:
Antonio, Feliz Año antes que nada.
Estupendo texto para empezar el año. Como bien dices, todas las piezas tienen su lugar y por mucho que nos empeñemos, no podemos buscar ninguna semejante y hay que colocarlas todas. Y seguro que tiene su porque, aunque en un principio no lo veamos.
Por eso lo importante es que, sea la pieza que sea la que nos toque, no cejemos nunca en el empeño de acabar nuestro puzzle.
Un abrazo amigo y ánimo para cada uno de nosotros con la piezas que nos han tocado.
Publicar un comentario