miércoles, 2 de enero de 2013

Meriñaques


Son más conocidos como ostiones. Esta ostra descrita por Thuberg resulta deliciosa y se cría en fondos marinos del golfo de Cádiz. Algunas personas los siguen recolectando con la marea baja en los espigones. Este bivalvo es en realidad la Crassostea Gigas.
Los que hemos nacido y nos hemos criado en Isla Cristina, llevamos interiorizados muchos términos que, de repente, cuando salimos de viaje, descubrimos que en realidad son otra cosa. Cierto que cada lugar tiene sus localismos, más o menos numerosos, más o menos simpáticos. La Higuerita no es menos, hasta el nombre oficial a no pocos tienen que pararse a pensarlo para decirlo correctamente.
Hace poco, en el teatro clásico, una de las actrices me sorprendió cuando en el desarrollo de la obra dijo que se retiraba porque tenía que ajustarse el meriñaque.
Rápidamente, y después del primer pensamiento, más propio de la sátira burlesca de Quevedo, me puse a cavilar sobre qué cosa iba la chica a ajustarse y para lo que tenía que salir del escenario. Volvió apenas unos segundos después, terminándose de anudar aún el lazo del vestido y la escena continuó.
Como en la obra no dieron más detalles, creí que había entendido mal el término, que lo había oído regular. Aún así, rebusqué. Y encontré que el meriñaque o miriñaque, también llamado armador o crinolina es, o era, una estructura ligera con aros de metal que mantenía abiertas las faldas de las damas, sin necesidad de utilizar para ello las múltiples capas de enaguas que había sido el método utilizado hasta entonces.
Un razonamiento divertido, hasta carnavalesco, puede ser descubrir cómo la palabra ha pasado desde su acepción original a la empleada en el pueblo.

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