jueves, 21 de febrero de 2013

Ración y media de política bien definida


Los médicos deberían prescribir a determinados pacientes seguir los programas de Redes dedicados a la neurociencia. Se convierten en auténticas dosis de vitalidad cuando te explican científicamente que el ser humano es más feliz cuando sigue sus impulsos. Es una satisfacción cuando te fundamentan que las corazonadas, las intuiciones, las necesidades y deseos más vitales son el núcleo de las decisiones, que después son adornados con argumentos más o menos elaborados que únicamente tienen como misión dar cobertura a la idea inicial.
En el sentido de lo social, descubrimos que las acciones cotidianas, y también las más trascendentales tienen su origen en esa primera sensación, ese primer estímulo, esa vibración elemental que es la que acaba decidiendo la orientación de la compra, la orientación del voto.
Estos procesos mentales los estudian muy bien la gente que se dedica al marketing y a la política. Generar confianza da ventas, generar confianza da votos. Lo saben muy bien los políticos de carrera electoral, cada día se lo recuerdan analistas y asesores. Por eso una estrategia repetida hasta la saciedad consiste en minar la credibilidad del adversario, desprestigiar al contrario es una técnica que siempre ofrece frutos. De nuevo hemos podido verlo en el debate del estado de la nación. El capítulo de propuestas se queda en un segundo plano.
Manuel Castells, define un proceso que nos puede resultar especialmente clarificador. Dice Castells que:
1.- La política ya no se basa en ideologías sino en ofertas programáticas recicladas de los sondeos que averiguan aquello que desean los ciudadanos.
2.- Puesto que los partidos rivales suelen emplear las mismas firmas de sondeo y en las mismas temporadas, las propuestas tienden a ser iguales.
3.- La distinción entre una u otra viene a ser de matices y, lo importante, será la buena o mala reputación del líder.
4.- Desprestigiadas las instituciones, lo más determinante serán las buenas o malas vibraciones que suscite la persona que lidere la opción política.
Dando el razonamiento como válido, ya sabemos por qué lo que queda después de una semana de atención mediática, lo único trascendente, es quién ha ganado dicho debate.
Los partidos políticos y sus maquinarias de difusión van por detrás de la ciudadanía, porque no están teniendo en cuenta que la sociedad está alcanzando un grado de madurez envidiable y que además, de esos impulsos vitales, la capacidad de análisis y diagnóstico es mucho mayor, por eso esperan intervenciones de esas que hacen al final los grupos minoritarios. Esas cortas intervenciones que nos gustaría que saliesen de los grupos mayoritarios. A ver si la solución va a ser que consigamos que los minoritarios en un plazo breve se conviertan en los que intervengan al principio. Aquí Chesús Yuste de CHA:
 

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