La rápida globalización de los mercados, las carencias de la
regulación financiera internacional, las dificultades de gobernabilidad de la
Unión Europea o la burbuja de deuda financiera e inmobiliaria pueden
considerarse alguna de las principales causas que han llevado a una situación
de recesión económica y social que ha derivado a su vez en un serio
cuestionamiento de las instituciones.
Demasiadas instituciones públicas y privadas que deberían
ser ejemplo y referencia están fallando en su funcionamiento. Están fallando
porque se equivocaron y fueron miopes al no analizar las causas anteriores,
pero sobre todo están fallando porque no están sabiendo ofrecer las necesarias
respuestas de una manera válida y ágil.
Los ciudadanos necesitan respuestas a corto plazo y las
recetas que se están diseñando en altas instancias pretenden ofrecerlas a largo
plazo. Aún considerando que puedan ser acertadas (cosa que yo no creo), las
carencias de empleo, de vivienda, de sanidad, de educación solicitan medidas de
impacto rápido. Puede razonarse que dentro de unos años estaremos mejor y que
el progreso seguirá llegando. Sin embargo no puede alargarse indefinidamente
una espera para operación quirúrgica, no puede retrasarse la educación de un
niño, no puede diferirse el hambre.
Mientras se siga considerando, como siguen afirmando altos
dirigentes políticos, que la crisis es de origen y sentido financiero, se
seguirán aplicando recetas de austeridad económica sin dilación. Mientras
sigamos sin cuestionar la mayor y no nos planteemos que la crisis financiera es
solo la fiebre de la enfermedad y que el origen está más adentro, y que está en
el crecimiento sin contemplaciones a costa de agotar recursos naturales y
humanos, seguiremos sin curarnos del mal.
No cometamos como ciudadanos el error de quedarnos en el
análisis superficial que pretenden que compremos. Desde luego, no nos lo
merecemos porque si el análisis y el diagnóstico son pobres y malos, las
soluciones y propuestas que aportarán también serán de escaso valor, y corremos
el riesgo de soportar las consecuencias de esta crisis sin que acabe tampoco
sirviéndonos para nada.
Las instituciones, esas que parecen estar sumergiéndose en
el descrédito, pueden recuperar la confianza de los ciudadanos realizando un
análisis serio, riguroso y comprometido, y lo que es más difícil, poniendo en
marcha medidas contundentes que resuelvan problemas. Ahora solo nos falta
encontrar a los valientes que sean capaces de hacerlo pues esas medidas
requieren un claro desmarque de las políticas neoliberales que soplan desde el
norte.
Los que ahora están no van a hacerlo. Acaban de aceptar a regañadientes que les han fallado las previsiones y que lo que se avecina es el triple de malo de lo que dijeron. Precisamente por ello preparan un paquete de medidas al estilo médico medieval: tratamiento de sangrado. Se quejan además de que en la calle y en los medios protestamos, acaba de decir Montoro que es difícil trabajar con tantos "pitos, flautas y gaitas", ¿querrá que vitoreemos? Lo mismo hasta ponen en marcha lo del cosido de bocas.
Los que ahora están no van a hacerlo. Acaban de aceptar a regañadientes que les han fallado las previsiones y que lo que se avecina es el triple de malo de lo que dijeron. Precisamente por ello preparan un paquete de medidas al estilo médico medieval: tratamiento de sangrado. Se quejan además de que en la calle y en los medios protestamos, acaba de decir Montoro que es difícil trabajar con tantos "pitos, flautas y gaitas", ¿querrá que vitoreemos? Lo mismo hasta ponen en marcha lo del cosido de bocas.
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