miércoles, 17 de abril de 2013

Soy incoherente


Elegir, decidir, ese ejercicio cotidiano, nada fácil en cambio. A diario nos vemos enfrentados a optar entre dos o más opciones que resultan, estas son las peores, igualmente válidas. Se nos impone una dura reflexión ética para elegir una. Ocurre que en no pocas ocasiones, la opción elegida es contraria a otra que habíamos elegido en anterior ocasión. Sin preámbulo, así, de sopetón, caemos en la incoherencia.

Va siendo hora de enaltecer las bondades de la incoherencia. “Para el diccionario coherencia es la actitud lógica y consecuente con una posición anterior. En este mundo de cambios frenéticos en todos los órdenes cambiar moderadamente de posición o sustituir estrategias periclitadas es una exigencia de la recta razón” dice Demetrio Loperena.

Si alzamos la vista, podemos comprobar que no hay materia, campo de trabajo, área de estudio, ni tan siquiera una persona que no tenga incoherencias, en realidad ser contradictorio es el único modo de impedir convertirse en un ideólogo doctrinario. Para Kolakowski, en su fascinante ensayo “Elogio de la incoherencia”, la coherencia absoluta es idéntica al fanatismo.

En el ámbito personal, la coherencia total anularía la comprensión hacia lo que los otros piensan, llevaría al rechazo, a la intolerancia y en última instancia a la ruptura social. Una cuestión es ser íntegro y tener unas convicciones firmes y claras y otra muy distinta es no tener la necesaria inteligencia, sensibilidad y empatía para comprender al otro. La coherencia absoluta anularía la capacidad de escucha y atrofiaría nuestro aspecto social.

La incoherencia la canalizaron muy bien los griegos mediante la dialéctica, interiorizando de una forma espléndida que ante lo finito del pensamiento único se encuentra la riqueza de la ideología plural, que ante los anclajes limitados de una terminología doctrinal impuesta aparece el despliegue del pensamiento compartido que es por lo que debemos caracterizarnos los humanos.
Perdamos el miedo a ser incoherentes porque es justo ese rasgo el que nos permite desarrollarnos como personas y como sociedad.

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